LA SANTA BIBLIA
domingo, 28 de mayo de 2017
CUANDO LLAMA EL SEÑOR HAY QUE ABRIR RÁPIDO PORQUE SINO SE VA
“Abrí la puerta a mi amado,
pero él ya no estaba allí.
Lo busqué y no lo encontré,
lo llamé y no me respondió”.
(Cantares 5:6)
Cantares 5:1-8 Dios Habla Hoy
Él
5 Ya he entrado en mi jardín,
hermanita, novia mía.
Ya he tomado mi mirra y mis perfumes,
ya he probado la miel de mi panal,
ya he bebido mi vino y mi leche.
Coro
Queridos amigos,
coman y beban,
¡beban todo lo que quieran!
Cuarto canto
Ella
2 Yo dormía, pero no mi corazón.
Y oí que mi amado llamaba a la puerta:
« ¡Ábreme, amor mío;
hermanita,
palomita virginal!
¡Mi cabeza está empapada de rocío!
¡El rocío nocturno me corre por el cabello!»
3 «Ya me he quitado la ropa;
¡tendría que volver a vestirme!
Ya me he lavado los pies;
¡se me volverían a llenar de polvo!»
4 Mi amado metió la mano
por el agujero de la puerta.
¡Eso me conmovió profundamente!
5-6 Entonces me levanté
para abrirle a mi amado.
De mis manos y mis dedos
cayeron gotitas de mirra
sobre el pasador de la puerta.
¡Al oírlo hablar
sentí que me moría!
Abrí la puerta a mi amado,
pero él ya no estaba allí.
Lo busqué y no lo encontré,
lo llamé y no me respondió.
7 Me encontraron los guardias
que hacen la ronda de la ciudad;
me golpearon, me hirieron;
¡los que cuidan la entrada de la ciudad
me arrancaron el velo con violencia!
8 Mujeres de Jerusalén,
si encuentran a mi amado,
prométanme decirle
que me estoy muriendo de amor.
Pero cuando Él llegó para despertarla, para que lo acompañara en su trabajo como pastor, buscando a las ovejas que estaban perdidas, ella no quiso levantarse de su lecho. Cuando ella finalmente llegó hasta la puerta, El ya se había ido. Entonces ella abrió la puerta y le llamó, saliendo fuera a buscarlo.
Leamos entonces el versículo 6 de este quinto capítulo,
"Abrí a mi amado, pero mi amado se había ido, ya había pasado, y tras su voz se me salió el alma. Lo busqué, mas no lo hallé; lo llamé, y no me respondió."
Como vemos aquí se había roto la comunicación entre ellos.
Personalmente creemos que hay muchísimos cristianos que han hecho una de dos cosas; han entristecido al Espíritu Santo por causa de pecado en sus vidas, o han apagado al fuego del Espíritu al no ser obedientes a El. Esto rompe la comunión y el compañerismo con Cristo y hace que perdamos nuestra alegría. Ahora, eso no quiere decir que nosotros perdemos la salvación, pero seguramente perderemos la alegría de nuestra salvación. Tampoco quiere decir que hemos perdido al Espíritu Santo. El aun habita en el creyente. Podemos causarle tristeza, pero no podemos alejarle de nuestra vida. Sin embargo, sin duda alguna, podemos perder la relación de comunión con El, y muchos cristianos están en esa condición.
Así es que, aquí en la historia que estamos leyendo, la esposa había perdido la comunión que tenía con el esposo. Si no estamos haciendo nada hoy para el Señor, no hemos perdido la salvación, pero estamos perdiendo una dulce comunión con Él.
"Me encontraron los guardias que rondan la ciudad; me golpearon, me hirieron, me arrebataron el manto los guardias de las murallas."
¿Se da usted cuenta de cuan impotentes somos cuando intentamos andar por nuestra cuenta? Podemos salir con mucho entusiasmo, pero este entusiasmo nunca reemplazará la comunión con Cristo. Algunos cristianos, impulsados por esa actitud impulsiva han salido a presentar el testimonio de su fe, pero con poco tacto y actitudes ofensivas. Con esa forma de hacer las cosas se han enfrentado con el rechazo de la gente. Ese rechazo se debe a la forma de presentar el mensaje y no a la oposición de los demás.
Recordemos la forma en que el Señor Jesús presentó su testimonio a la mujer que se encontraba junto al pozo. Aquella samaritana era una de las personas más hostiles a las que el Señor se acercó. Ella estaba con una actitud desafiante. Pero ¿recuerda usted cómo El planteó la conversación con ella? No comenzó a hablar de una forma agresiva, tratando de imponerle el tema de la conversación. Simplemente le pidió que le dejase beber un poco de agua. Adoptó una actitud humilde, pidiéndole que le hiciera un favor. Entonces, con mucha cortesía le dijo: "Ah, yo podría haberte dado el agua de vida, si tu me la hubieras pedido". Finalmente, ella se la pidió, pero el Señor no se la ofreció hasta que ella se la pidió.
En vez de intentar forzar conversación con alguien, lo primero que debe hacer es despertar el interés de las personas. Ellas deberían ver algo en nuestras vidas que les impulsara a querer saber acerca del Señor Jesús.
Sin embargo, es cierto que existe una oposición a la Palabra de Dios, que a veces proviene de donde nunca la hubiéramos esperado. Y aquí nosotros nos damos cuenta que proviene de lugares de los cuales no se espera. En este pasaje de nuestra historia, la esposa relató lo siguiente: Me encontraron los guardias que rondan la ciudad; me golpearon. Aquella joven estaba pasando momentos difíciles. Estaba siendo herida por quienes debían haber estado protegiéndola. Aquí la amada había respondido muy tarde al llamado del esposo. En su primer sueño, los guardias le habían ayudado a encontrar a su amado (3:3) pero en esta ocasión la confundieron con un criminal. Estas dificultades que tuvo aquí pueden enfatizar su culpabilidad por haberse separado de su amado. Así que el sueño simboliza el dolor de la separación, causada por su egoísmo, y dramatizó la necesidad de la compañía de su esposo para su bienestar y protección.
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