LA SANTA BIBLIA
martes, 23 de mayo de 2017
HONRARÉ A LOS QUE ME HONRAN
Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco. (1 Samuel 2:30)
1 Samuel 2:12-36
Los hijos malvados de Leví
"Los hijos de Elí eran hombres impíos, que no tenían conocimiento del Señor."
Los hijos de Elí no eran salvos, y sin embargo estaban sirviendo en el mismo tabernáculo. Ahora, según indica este pasaje, el pequeño Samuel estaba en un lugar peligroso, pero podremos estar seguros que su madre continuaba orando por él. Observemos lo que ocurrió en el tabernáculo. Leamos los versículos 13 hasta el 16 de este capítulo 2 del primer libro de Samuel:
"Y era costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguien ofrecía sacrificio, mientras se cocía la carne, venía el criado del sacerdote trayendo en su mano un garfio de tres dientes y lo metía en el perol, en la olla, en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo. Asimismo, antes de quemar la grasa, venía el criado del sacerdote y decía al que sacrificaba: Dame carne para asársela al sacerdote; porque no aceptará de ti carne cocida sino cruda. Y si el hombre le respondía: Hay que quemar la grasa primero, y después toma tanto como quieras, él decía: No, dámela ahora mismo; de otra manera la tomaré por la fuerza."
Los israelitas traían sus sacrificios al tabernáculo, y los hijos de Elí en lugar de ofrecerlos a Dios como debían hacerlo, se los guardaban para sí. Se guardaban la mejor parte del animal del sacrificio para ellos mismos, y no la ofrecían al Señor. Eran completamente fraudulentos en el servicio del Señor.
"Así pues, el pecado de estos ayudantes era muy grande ante el Señor, porque menospreciaban las ofrendas del Señor."
El resultado de su deshonestidad fue que muchos se alejaron de Dios. Los israelitas vieron lo que hacían los hijos de Elí en el tabernáculo, y en lugar de acercarse más al Señor, se iban alejando cada vez más. Debiéramos tener en cuenta que, en la actualidad, muchas personas se han apartado de los círculos cristianos por los malos ejemplos que han observado y otros, no se sienten atraídos hacia el cristianismo por los mismos motivos. Todo ello tendría que llevarnos a la reflexión, a rectificar, a desechar toda hipocresía y a vivir tan cerca de Dios, para que los que nos rodean puedan percibir Su presencia en nuestra conducta, es decir, en nuestra forma de actuar y de expresarnos. Leamos los versículos 18 y 19 de este capítulo 2 del primer libro de Samuel, que nos presentan a
El niño Samuel en el tabernáculo
"Y el joven Samuel servía en la presencia del Señor, vestido de un efod de lino. Su madre le hacía una pequeña túnica y se la traía cada año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio acostumbrado."
Aunque Samuel se criaba bajo la influencia de los hijos deshonestos de Elí, su madre no le había olvidado. Ana amaba a su niño. Había prometido dedicárselo al Señor y cumplió su palabra. Y vemos aquí que cada año le hacía una túnica y se la traía, como expresión de su cariño.
"Entonces Elí bendecía a Elcana y a su mujer diciendo: El Señor te dé hijos de esta mujer en lugar del que pidió al Señor. Luego regresaban a su casa. Visitó el Señor a Ana y ella concibió; y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante del Señor."
Dios fue bondadoso con Ana. Ella tuvo cinco hijos más, pero nunca se olvidó de Samuel durante todos esos años. Cada año le hacía esa túnica pequeña, y a pesar del mal ambiente del tabernáculo, Samuel crecía delante del Señor.
El juicio de los hijos de Elí
"Elí era muy viejo, pero (cuando) supo lo que sus hijos hacían con todo Israel y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del Tabernáculo de reunión"
Elí era un padre indulgente, de una piedad sin carácter, que había tolerado los pecados de sus hijos. Fíjese usted en esta inmoralidad que se lee aquí: "dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión". Se habla mucho hoy en día en cuanto a nuevas formas de expresar la moralidad. En realidad, no hay nada nuevo. Ni siquiera era nuevo en los días de los hijos de Elí. Estas prácticas se remontan al tiempo anterior al diluvio.
"Entonces les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Oigo hablar a todo este pueblo vuestro mal proceder."
Las acciones de los hijos de Elí eran un gran escándalo público en Israel, pero todo lo que hizo Elí era dirigirles un reproche leve.
"No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo, pues hacéis pecar al pueblo del Señor."
El pueblo hacía lo que hacían los sacerdotes. Los hijos de Elí incitaban al pueblo a pecar. Y en lugar de tomar medidas positivas para remediar la situación, Elí les reprendió con delicadeza. Era un padre bastante indulgente.
"Si peca el hombre contra el hombre, los jueces lo juzgarán; pero si alguno peca contra el Señor, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque el Señor había resuelto hacerlos morir. Mientras tanto, el joven Samuel iba creciendo y haciéndose grato delante de Dios y delante de los hombres."
Aun en este ambiente malsano, Samuel, crecía y su conducta agradaba tanto al Señor como a los hombres. Había sido dedicado a Dios y estaba respaldado por la preocupación y las oraciones de su madre. Por lo tanto, Dios iba a utilizarle. Esto según Proverbios, capítulo 3, versículo 3 era el resultado directo del acatamiento a la ley de Dios. También notamos que la Biblia solo menciona a Samuel y a Jesucristo, como creciendo en gracia para con Dios y los hombres. Los próximos versículos nos dicen que Dios envió un profeta al viejo Elí, el cual le informó que Dios había terminado con él como sumo sacerdote.
"Vino un varón de Dios ante Elí, y le dijo: Así ha dicho el Señor: "¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre cuando estaban en Egipto en la casa del faraón? Lo escogí para que fuera mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciera sobre mi altar, quemara incienso y llevara efod delante de mí. Yo concedí a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel. ¿Por qué habéis pisoteado los sacrificios y las ofrendas que yo mandé ofrecer en el Tabernáculo? ¿Por qué has honrado a tus hijos más que a mí, haciéndolos engordar con lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?"
Este profeta anónimo le dijo a Elí que el oficio de sumo sacerdote terminaría para él y sus descendientes. Ya Dios no obraría por medio del sacerdote. En lugar de él, Dios ahora levantaría sacerdotes-profetas. El primero iba a ser Samuel, y él ejercería ese ministerio al Señor, y su oficio sería el de profeta.
"Por eso el Señor, el Dios de Israel, dice: Yo había prometido que tu casa y la casa de tu padre andarían siempre delante de mí; pero ahora ha dicho el Señor: Nunca haga yo tal cosa, porque yo honro a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco."
Este versículo nos recuerda que debemos tener mucho cuidado de honrar a Dios en nuestras vidas. En el Salmo 107, versículos 1 y 2 leemos: "Alabad al Señor, porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia. Díganlo los redimidos del Señor, los que ha redimido del poder del enemigo". Realmente, hoy hace falta que los redimidos del Señor puedan expresar esta verdad con convicción.
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