LA SANTA BIBLIA

LA SANTA BIBLIA

jueves, 18 de diciembre de 2014

DANIEL Y SUS COMPAÑEROS EN EL PALACIO DEL REY

Daniel 1:1-21 Dios Habla Hoy 1 Durante el tercer año del reinado de Joaquim, rey de Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia llegó a Jerusalén y rodeó la ciudad con su ejército. 2 El Señor dejó que Nabucodonosor capturara a Joaquim, y que también cayeran en su poder gran parte de los utensilios del templo de Dios. Nabucodonosor se llevó los prisioneros a Babilonia, y puso los utensilios sagrados en el tesoro del templo de sus dioses; 3 además, ordenó a Aspenaz, jefe del servicio de palacio, que de entre los israelitas de familia real y de familias distinguidas trajera 4 jóvenes bien parecidos, sin ningún defecto físico, cultos e inteligentes, entendidos en todos los campos del saber y aptos para servir en el palacio real. A ellos se les enseñaría el lenguaje y la literatura de los caldeos. 5 Nabucodonosor ordenó también que a esos jóvenes se les diera todos los días de los mismos alimentos y vinos que a él le servían, y que los educaran durante tres años, al cabo de los cuales quedarían a su servicio. 6 Entre estos jóvenes estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de la tribu de Judá, 7 a quienes el jefe del servicio de palacio les cambió de nombre: a Daniel le puso Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-negó. 8 Pero Daniel se propuso no contaminarse con la comida y el vino del rey, y pidió al jefe del servicio de palacio que no le obligara a contaminarse con tales alimentos. 9 Por obra de Dios, el jefe del servicio de palacio vio con buenos ojos a Daniel, 10 pero le dijo: —Tengo miedo de mi señor, el rey. Él me ha dicho lo que ustedes deben comer y beber, y si los ve con peor aspecto que los otros jóvenes, serán ustedes la causa de que el rey me condene a muerte. 11 Daniel habló entonces con el mayordomo a quien el jefe del servicio de palacio había encargado el cuidado de Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y le dijo: 12 —Ruego a usted que haga una prueba con estos servidores suyos: ordene usted que durante diez días nos den de comer solamente legumbres, y de beber solamente agua. 13 Pasado ese tiempo, compare usted nuestro aspecto con el de los jóvenes alimentados con la misma comida que se sirve al rey, y haga entonces con nosotros según lo que vea. 14 El mayordomo estuvo de acuerdo, y durante diez días hizo la prueba con ellos. 15 Pasados los diez días, el aspecto de ellos era más sano y más fuerte que el de todos los jóvenes que comían de la comida del rey. 16 Así pues, el mayordomo se llevaba la comida y el vino que ellos tenían que comer y beber, y les servía legumbres. 17 A estos cuatro jóvenes, Dios les dio inteligencia y entendimiento para comprender toda clase de libros y toda ciencia. Daniel entendía además el significado de toda clase de visiones y sueños. 18 Al cumplirse el plazo que el rey había señalado para que le fueran presentados los jóvenes, el jefe del servicio de palacio los llevó a su presencia. 19 El rey habló con ellos y, entre todos los jóvenes, no encontró ni uno solo que pudiera compararse con Daniel, Ananías, Misael y Azarías, quienes, por lo tanto, quedaron al servicio del rey. 20 En todos los asuntos que requerían sabiduría e inteligencia, y sobre los cuales les preguntó el rey, los encontró diez veces más sabios que todos los magos y adivinos que había en su reino. 21 Y Daniel se quedó allí hasta el primer año del reinado de Ciro.

miércoles, 23 de julio de 2014

EL "Ur EN CALDEA" DE LA BIBLIA

CONFIRMACIÓN POR PARTE DE LA CIENCIA DE LAS SANTAS ESCRITURAS Una estación en la ruta de Bagdad. — Torre escalonada de ladrillos. — Ruinas con nombres bíblicos. — Los arqueólogos buscan los sitios mencionados en las Sagradas Escrituras. — Un cónsul con la azada al hombro. — El arqueólogo en el trono de Babilonia. — Una expedición a Tell-al-Muqayyar. — Libros de historia en los escombros. — Cuentas de impuestos sobre arcilla. — ¿Fue Abraham ciudadano de una urbe cosmopolita? ...TOMANDO TÉRAJ A ABRAHAM, SU HIJO, A SU NIETO LOT, HIJO DE HARÁN, Y A SARAY, SU NUERA, MUJER DE SU HIJO ABRAHAM, SACÓLOS DE UR DE LOS CALDEOS... (Gén. 11:31). ... Y los sacó de Ur de Caldea. Así resuenan las palabras bíblicas en los oídos de los cristianos hace casi dos mil años. Ur, nombre tan misterioso y legendario como el de muchos nombres de reyes y caudillos, de poderosos imperios, de templos y palacios recubiertos de oro que nos habla la Biblia. Nadie sabía dónde estaba Ur, aunque el nombre de Caldea aludía seguramente a Mesopotamia. Hace treinta años nadie podía sospechar siquiera que la búsqueda de Ur llevaría al descubrimiento de una cultura que se adentra en el crepúsculo de los tiempos prehistóricos más que los antiguos testimonios de la humanidad en Egipto. Hoy día Ur es una estación de ferrocarril situada a 190 kilómetros al norte de Basora, cerca del Golfo Pérsico, y una de las muchas estaciones del ferrocarril de Bagdad. El tren, de acuerdo con el horario, se detiene allí breves instantes a la alborada. Extinguido el ruido de las ruedas del tren que se dirige hacia el Norte, el viajero se siente envuelto en el silencio del desierto. Su mirada se extiende por los monótonos e infinitos mares de arena amarillopardusca. Le parece hallarse en el centro de un inmenso plato llano, cortado únicamente por los carriles del tren. Un solo punto rompe la monotonía de la inmensidad vaga y desolada: un poderoso muñón de color rojo, que reluce los rayos del sol naciente. Parece como si un titán le hubiese abierto profundas muescas. A los beduinos les es muy familiar este solitario cono, en cuyas grietas anidan las lechuzas. Lo conocen desde tiempo inmemorial y lo designan con el nombre de Tell-al-Muqayyar, la "Montaña de los peldaños." A los pies de ella levantaron sus padres las tiendas de nómadas. A los pies de ella sus padres levataban sus tiendas de nómades. Como desde tiempos remotísimos, sigue ofreciendo acogedor refugio contra las peligrosas tempestades de arena. En sus faldas acampan aún hoy día los beduinos con sus rebaños cuando la época de las lluvias hace brotar una alfombra de césped como por encanto. En otros tiempos — hace 4.000 años — ondeaban aquí inmensos campos de trigo y de cebada y se extendían cultivos de hortalizas y campos de palmeras y de higueras hasta perderse de vista. Eran extensos cultivos, comparables a las actuales haciendas productivas de California. El verdor exuberante de los campos y de los arriates estaba surcado por un sistema de canales y zanjas en línea recta, obra prodigiosa del arte de la irrigación. Desde los albores de la edad de piedra, los pobladores, aprovechando el agua de los grandes ríos, encauzaban con destreza e inteligencia el líquido elemento desde sus orillas y convertían así terrenos desérticos en paisajes de vegetación paradisíaca. Casi oculto tras bosques de umbrías palmeras se deslizaba entonces el Éufrates. Un intenso tráfico naval desde aquí hasta el mar existía en este emporio de vida. En aquellos tiempos, el Golfo Pérsico se adentraba mucho más que ahora en la desembocadura del Tigris y del Éufrates. Antes de construirse la primera pirámide en el valle del Nilo, ya el Tell-al-Muqayyar elevaba al cielo su imponente mole. Cuatro grandiosas construcciones se alzaban en forma de cubos sobrepuestos, cada vez más delgados, de unos 25 metros de altura y revestidos de ladrillos de bellos colores. Sobre la parte negra de los cimientos, un cuadrado de 40 metros de lado soportaba los cuerpos superiores, de color rojo y azul, todos ellos rodeados de árboles. La parte más alta del edificio formaba una pequeña terraza en la cual, a la sombra de una techumbre dorada, había un santuario. Una gran paz reinaba en esos lugares dedicados al culto, donde los sacerdotes celebraban sus oficios junto al ara del dios de la Luna, Nannar. Los ruidos de una de las más antiguas ciudades del mundo, la rica metrópoli de Ur, apenas si llegaban allí. En el año 1854, una caravana de asnos y camellos se dirigió a la solitaria colina roja. Llevaba un raro equipo de palas, picos y aparatos de medición y la dirigía el cónsul británico en Basora, Mr. J. E. Taylor. No impulsaban al cónsul ni el afán de aventuras ni la propia voluntad. Por encargo del Foreign Office daba satisfacción al deseo expresado por el Museo Británico, (de =no) que se explorase la parte sur de Mesopotamia (es decir, la tierra donde el Éufrates y el Tigris, antes de desembocar en el Golfo Pérsico, se acercan cada vez más) en busca de monumentos de la Antigüedad. Taylor había oído hablar muchas veces en Basora del raro y grandioso amontonamiento de piedras al cual se acercaba ahora la expedición, y creía que allí encontraría su objeto. FIG. 2. — La gran torre escalonada de Ur (reconstrucción). A mediados del siglo XIX, en Egipto, Mesopotamia y Palestina empezaron excavaciones y trabajos de exploración, movidos por la idea, repentinamente surgida, de buscar en aquella parte del mundo una visión científicamente fundamentada en la historia universal. El objetivo de un buen número de expediciones era el Próximo Oriente. Hasta entonces, la única fuente para la historia del Asia Menor en los 550 años antes de J.C. había sido la Biblia. Sólo ella contenía noticias sobre las épocas sumidas en las tinieblas del pasado. La Biblia menciona nombres y pueblos, de los cuales ni griegos ni romanos guardan información alguna. Verdaderas legiones de sabios fueron atraídos, a mediados del siglo pasado, a los parajes del antiguo Oriente. Nadie conocía sus nombres, que pronto habían de estar en labios de todos. Llenos de asombro escucharon los hombres del "siglo de las luces" el relato de sus hallazgos y portentosos descubrimientos. Lo que aquellos sabios, a costa de ímprobos trabajos, iban sacando a la luz del seno de la arena del desierto, junto a los grandes ríos de Mesopotamia y de Egipto, llamó con justicia la atención de millones y millones de personas. La ciencia abría aquí, por primera vez, la puerta al misterioso mundo de la Biblia. El cónsul de Francia en Mosul, Pablo Emilio Botta, era un entusiasta arqueólogo. En 1843 empezó sus excavaciones en Corsabad, junto al Tigris, y de las ruinas de una metrópoli cuatro veces milenaria hizo surgir a la luz, en todo su esplendor, el primer testimonio de la Biblia: Sargón, el legendario soberano de Asiria. El año en que el Tartán llegó a Asdod, cuando le envió Sargón, rey de Asiria... (Is. 20:1). Dos años más tarde, un joven diplomático inglés y al mismo tiempo explorador, A. H. Layard, puso al descubierto la ciudad de Nemrod (Kalchu), designada en la Biblia con el nombre de Kélaj (Gén. 10:11) y que hoy lleva el nombre del bíblico Nemrod, el vigoroso cazador ante Yahvé. Fue el comienzo de su reino Babel, Erek, Akkad, Kalné, en tierra de Sinar. De este país salió para Asur, y edificó a Nínive, Rejobot-Ir y Kélaj.. (Gén. 10:10-11). Poco tiempo después, unas excavaciones dirigidas por el mayor inglés Henry Creswicke Rawlinson, que fue en su tiempo uno de los mejores asiriólogos, descubrió a 11 kilómetros de Corsabad a Nínive, la capital de Asiria, la famosa biblioteca del rey Assurbanipal. Era la Nínive de la Biblia, cuya maldad los profetas condenan repetidamente (Jonás 1:2). En Palestina, el erudito americano Eduardo Robinson se dedicó a la reconstrucción de la antigua topografía (1838-1852). El alemán Ricardo Lepsius, más tarde director del Museo Egipcio de Berlín, registró, en una expedición que duró de 1842 a 1846, los monumentos del Nilo. Una vez que el francés Champollion hubo conseguido descifrar los jeroglíficos egipcios, consiguió también, hacia el año 1850, descifrar el misterio de los caracteres cuneiformes. Uno de ellos fue Rawlinson, el explorador de Nínive. ¡Los documentos antiguos empezaban a hablar! Pero volvamos a la caravana que se dirigía a Tell-al-Muqayyar. El cónsul Taylor hace clavar las tiendas al pie de la roja colina. No tiene ambiciones científicas ni posee conocimientos previos. ¿Por dónde empezar? ¿En qué lugar situar las brigadas de nativos del país para que excaven el terreno en forma adecuada? El enorme montón de ladrillos, obra maestra arquitectónica de un pasado remoto, no le dice nada como construcción. Quizá en sus entrañas dormite algo que sirva para exponer en el Museo y sea susceptible de interesar a las gentes de Londres. Piensa vagamente en una vieja estatua, en armas, en piezas de adorno y hasta en un tesoro escondido. Arremete contra el cono, lo hace martillear palmo a palmo. Nada indica que exista una cavidad vacía. La colosal construcción parece ser maciza. El bloque inferior sobresale casi 10 metros de la arena. Dos amplias rampas de piedra conducen al próximo cuadrilátero, de más reducidas dimensiones, sobre el cual se levantan un tercero y un cuarto cuadrilátero. Taylor va subiendo peldaño a peldaño; bajo el ardor del sol, trepa a gatas por las muescas, examina todos los restos y encuentra sólo ladrillos rotos. Bañado en sudor escala un día la plataforma más elevada; asustadas, dos lechuzas salen de entre los muros gastados por el tiempo. Esto es todo. Pero Taylor no se desalienta. Dispuesto a descubrir los secretos de aquella rara construcción en forma de cono toma una decisión que hoy no podemos por menos de lamentar profundamente: retira las brigadas que trabajan en la base y las lleva a la parte más alta de la construcción. Lo que había resistido a los siglos, a las tempestades de arena y al ardor del sol, cayó víctima de la piqueta demoledora. Taylor manda derribar la parte más alta del edificio. La destrucción empieza por las cuatro esquinas a la vez. Ingentes masas de ladrillos rotos van cayendo diariamente desde lo alto. Al cabo de algunas semanas cesa el ajetreo en la parte alta, el golpear incesante de los picos. Un par de hombres desciende precipitadamente de la altura y penetran en la tienda de Taylor. En las manos llevan unas pequeñas varillas; son cilindros de arcilla cocida. Taylor queda decepcionado. Había esperado encontrar algo más importante. Después de limpiarlos bien, observa que los cilindros de arcilla están cubiertos de inscripciones... ¡Se trataba de caracteres cuneiformes! No los entiende en absoluto, pero se siente feliz. Cuidadosamente embalados, los cilindros parten para Londres. Pero los sabios del Támesis apenas prestan atención al hallazgo. La cosa no es de extrañar: son los años en que todos los exploradores miran fascinados hacia las excavaciones que se realizan en el norte de Mesopotamia, donde, en el curso superior del Tigris y en las colinas de Nínive y Corsabad, surgen palacios y enormes relieves de los asirios, millares de tablillas de arcilla y estatuas, dejando en la sombra a todo lo demás. ¿Qué significaban junto a esto los pequeños cilindros de arcilla de Tell-al-Muqayyar? Dos años sigue Taylor impertérrito en sus exploraciones; pero sin éxito. Después es llamado a Inglaterra. El mundo no debía conocer los inmensos tesoros que dormitaban bajo el antiquísimo cono de Tell-al-Muqayyar hasta después de setenta y cinco años. Tell-al-Muqayyar vuelve a caer en el olvido entre los científicos. Pero a su alrededor ya no reina el silencio. Apenas retirado Taylor, acuden legiones de otros visitantes. Las paredes derruidas, y sobre todo la parte superior de la construcción, derribada por las brigadas de Taylor, constituyen una cantera inagotable y gratuita de materiales de construcción para los árabes, que año tras año vienen de todas partes a cargar de ladrillos sus acémilas. Fabricados por mano del hombre muchos milenios antes, aún pueden leerse en ellos los nombres de Ur Nannu, el primer gran constructor, y de Nabonides, el soberano babilónico que restauró la torre escalonada, a la cual llamaban Ziggurat. Las tempestades de arena, las lluvias, el viento y el sol se encargan de acabar la destrucción del monumento. Cuando, durante la primera guerra mundial, las tropas británicas en marcha hacia Bagdad, en el año 1915, acampan en las cercanías del antiguo monumento, éste habiendo cambiado tanto de aspecto, hallándose tan aplanado, tan deshecho por el pillaje practicado desde el año 1854, que uno de los soldados puede permitirse una pequeña hazaña. El perfil de las antiguas graderías ha desaparecido hasta el extremo (de =no) que el soldado puede subir hasta la parte más alta montado en un mulo. Una feliz casualidad quiere que entre los oficiales de la tropa se halle un experto, R. Campbell Thompson, del Servicio de Inteligencia del Ejército de Mesopotamia. En tiempo de paz es auxiliar del Museo Británico. Al examinar con mirada experta la inmensa aglomeración de ladrillos rotos, Thompson ve la ruina con espanto. Una inspección del suelo en los alrededores le hace sospechar la existencia de nuevos fundamentos, ruinas de edificios cubiertos por la arena del desierto. Thompson indaga con todo cuidado y manda un informe urgente a Londres. Esto impulsa a desempolvar los pequeños cilindros de arcilla, que habían sido casi completamente olvidados, y a estudiarlos esta vez minuciosamente. Las inscripciones contienen una información interesantísima y al propio tiempo una curiosa historia Casi 2.500 años antes que el cónsul Taylor, otro explorador había escudriñado aquel lugar, con el mismo interés y removídolo todo. Venerador de la Antigüedad, hombre célebre, soberano de un gran reino y arqueólogo, todo en una persona, tal era el rey Nabonid de Babilonia. Realizó sus indagaciones hacia el siglo VI antes de J.C. y comprobó que "el Ziggurat era muy antiguo." Pero Nabonid obró de otra manera que Taylor. "He hecho reconstruir la estructura de este Ziggurat como en los tiempos antiguos, con mortero y ladrillos cocidos." Cuando la torre escalonada quedó reconstruida, Nabonides hizo grabar precisamente en aquellos pequeños cilindros el nombre descubierto del primer constructor. Éste, según pudo descifrar el babilonio en una inscripción medio rota, fue el rey Ur-Nannu. ¿Ur-Nannu? ¿Es posible que el constructor de la gran torre escalonada fuese realmente el rey de Ur, de quien nos habla la Biblia, soberano de Ur en Caldea? La suposición resulta muy verosímil, pues además el mismo nombre bíblico aparece varias veces. También documentos hallados en ruinas excavadas en Mesopotamia mencionan a Ur. Según los textos cuneiformes, parece haber sido la capital del gran pueblo de los sumerios. En este punto despierta un gran interés el maltrecho Tell-al-Muqayyar. A los eruditos del Museo de la Universidad de Pensilvania, en los Estados Unidos, se unen los arqueólogos del Museo Británico para pedir nuevas excavaciones. La torre escalonada del bajo Éufrates podría contener el secreto del desconocido pueblo de los sumerios... y de la bíblica Ur. Pero hasta el año 1823 no logra ponerse en marcha un grupo de arqueólogos americano-británico. Ya no tienen que realizar el incómodo camino sobre el vacilante lomo de un camello; ahora viajan en el ferrocarril de la línea de Bagdad. Por ferrocarril les llegan también las herramientas que necesitan: vagonetas, carriles, picos, palas, capazos. Los arqueólogos disponen de un fondo que les permite explorar una extensa comarca. Empiezan sus excavaciones con un plan metódico y ambicioso. Confiando en que nuevos fondos vendrán a engrosar los ya concedidos, hacen cálculos para un trabajo de varios años. La expedición está dirigida por Sir Charles Leonard Woolley. Este inglés de cuarenta y tres años, ha realizado sus primeras armas en viajes de exploración y excavaciones en Egipto, Nubia y Karkemisch, en el Éufrates superior. Para este hombre inteligente y afortunado, el Tell-al-Muqayyar constituye la gran tarea de su vida. No dirige su atención principal a la torre escalonada, como hiciera algunos lustros antes el diligente pero desprevenido Taylor. Su investigación se dirige ante todo a los montículos planos que a sus pies se alzan en la llanura. Al ojo experto de Woolley no se le escapa su forma especial, semejante a pequeñas mesetas. Planas arriba, sus pendientes descienden simétricas. Tales colinas existen en incontable número, grandes y pequeñas, en el Próximo Oriente, junto a las orillas de los grandes ríos, en medio de llanuras exuberantes, junto a las sendas y caminos por donde, desde tiempos inmemoriales, transitan las caravanas que atraviesan el país. Tan numerosas son, que hasta el día de hoy nadie ha podido contarlas. Aparecen en el delta del Éufrates y del Tigris, en el Golfo Pérsico y hasta en las tierras altas del Asia Menor, allí donde el río Halis desemboca en el Mar Negro; en las costas del Mediterráneo oriental, en los valles del Líbano, junto al Orontes de Siria y en la vega del Jordán, en Palestina. Estos relieves del terreno constituyen las grandes minas de los arqueólogos, explotadas con todo afán y por ahora inagotables. No son obra de la Naturaleza, sino acúmulos artificiales producidos por las ruinas de incontables generaciones que nos precedieron; grandiosos montones de escombros y desperdicios del pasado, formados por los restos de cabañas y casas, murallas, templos y palacios. Todas estas colinas han adquirido su forma en el transcurso de siglos y hasta de milenios, siguiendo el mismo proceso. Los hombres habían creado allí un primer poblado, que un buen día fue destruido por la guerra o un incendio o abandonado por sus habitantes; después vinieron unos conquistadores o nuevos pobladores, que construyeron sus moradas en el mismo emplazamiento. Generación tras generación fueron así levantando en el mismo lugar viviendas y ciudades, una tras otra. En el transcurso del tiempo las ruinas y los escombros de innumerables pueblos han ido formando, capa sobre capa y estrato sobre estrato, una colina. Los árabes de hoy llaman "tell" a esos montículos artificiales. El mismo nombre se les daba ya en la antigua Babilonia. Tell quiere decir "montón, hacinamiento"; en la Biblia encontramos esta palabra en el libro de Josué, cap. XI, versículo 13. Cuando al tratar de la conquista de Canaán se habla de las ciudades emplazadas sobre sus colinas de escombros, éstas se designan con el nombre de tulul (plural de tell). Los árabes saben distinguir con toda exactitud un tell de los relieves naturales del terreno, a los cuales designan con el nombre de yebel. Cada Tell constituye, en realidad, un mudo capítulo de historia. Sus diferentes capas son para el arqueólogo semejantes a hojas del calendario, repasando las cuales puede aclarar el pasado página por página. Cada capa habla de una época, de su vida y sus costumbres, del arte, la cultura y la civilización de sus habitantes, con tal que se sepan leer sus indicios adecuadamente. Así han llegado los excavadores con el tiempo a resultados verdaderamente prodigiosos. Las piedras, talladas o no talladas, los ladrillos y los restos de arcilla atestiguan la forma cómo se construía. Hasta en las piedras carcomidas y gastadas o en los restos de ladrillos reducidos casi a polvo pueden reconocerse los perfiles de las construcciones. Y las manchas negras revelan dónde se hallaron en otro tiempo los hogares difundiendo calor. Vasijas desmenuzadas, armas, artículos domésticos y herramientas, que se encuentran por doquier entre las ruinas, dan nuevos indicios para el trabajo detectivesco aplicado a la Antigüedad. ¡Cuánto aprecian los investigadores que los antiguos no conociesen ningún servicio urbano de recogida de basura! Lo que resultaba inútil o superfluo se echaba afuera, dejándolo expuesto a la acción de la intemperie y del tiempo. Hoy día se conocen con tanta exactitud las diferentes formas, muestras y colores de las vasijas y los vasos, que la cerámica se ha convertido en el recurso arqueológico número uno para el cómputo del tiempo. Aún los trozos sueltos, a veces aún los mismos fragmentos, permiten fijar la fecha con toda precisión. Hasta el segundo milenio antes de J.C., el límite máximo de error en la determinación de la fecha alcanza, como máximo, ¡50 años! Datos inapreciables se perdieron en el transcurso de las primeras grandes excavaciones, efectuadas en el pasado siglo, por no prestar atención a los trozos que parecían sin valor. Se les echaba a un lado, pues aquellos días sólo se daba importancia a los grandes monumentos, los bajos relieves, las estatuas o los tesoros. Así se perdieron para siempre muchas cosas valiosas. Un ejemplo de ello nos lo ofrece el arqueólogo Enrique Schliemann. Poseído de gran orgullo, no tenía más que una idea: encontrar la ciudad de Troya del poema homérico. Con grandes brigadas hizo remover el suelo en profundo. Capas que hubieran podido ser de gran importancia como indicadoras del tiempo transcurrido fueron desalojadas como cascajo inútil. Al fin exhumó Schliemann de las entrañas de la tierra un valioso tesoro que causó la admiración del mundo. Pero no era, como él creía, el tesoro de Príamo. El hallazgo se remontaba a una época muchos siglos anterior. En el ardor de su tarea, Schliemann había excavado demasiado profundo. Hijo de comerciantes, era un profano en la materia. Sin embargo, los profesionales al principio no lo hacían mejor. No hace más que unas décadas que los arqueólogos trabajan siguiendo un plan meditado. Se empieza a excavar el Tell por la parte alta y se analiza centímetro por centímetro el suelo, estudiando cada piedra y cada fragmento. Se profundiza en la colina comenzando por practicar una entalladura. Entonces las capas de diferente coloración se ofrecen al ojo del investigador como una tarta cortada y le permiten una primera ojeada a la historia de los emplazamientos humanos que allí se sucedieron. De acuerdo con este principio se dispone a realizar sus trabajos la expedición angloamericana del año 1923 en Tell-al-Muqayyar. En los primeros días del mes de diciembre, sobre los montones de escombros del este del Ziggurat, sólo a pocos pasos de la amplia rampa por donde en otro tiempo los sacerdotes, en solemne procesión, subían al santuario del dios Luna, Nannar, se alza una nube de polvo. Empujada por el ligero viento, se extiende, y pronto en torno a la antigua torre escalonada aparece todo envuelto por la nube. Es fina arena que, removida por centenares de palas, indica que han empezado las grandes excavaciones. Así que la primera azada se hinca en el suelo, crece en todas las excavaciones un ambiente de tensión. La empresa representa un viaje a un reino desconocido que no se sabe qué sorpresas deparará. También Woolley y sus colaboradores están llenos de expectación. ¿Recompensarán los hallazgos el sudor y el esfuerzo empleados en esta colina? ¿Dará a conocer Ur fácilmente sus secretos? Ninguno de los que toman parte en los trabajos puede imaginarse que permanecerán seis largas temporadas invernales, hasta la primavera de 1929, explorando esos parajes con todo afán. Estas excavaciones de gran estilo en el corazón del sur de Mesopotamia tenían que dejar al descubierto, capítulo por capítulo, la historia de aquellos lejanísimos tiempos en que, en el delta de los dos grandes ríos, se establecieron los primeros pobladores y surgió una nueva vida. A lo largo del penoso camino de la investigación que nos hace retroceder 7.000 años, más de una vez daremos con acontecimientos y nombres de los cuales nos habla la Biblia. Lo primero que aparece es un espacio con las ruinas de cinco templos que, en otro tiempo, rodeaban en semicírculo al Ziggurat contruído por el rey Ur-Nannu. Parecen fortalezas, de gruesos muros. El mayor de estos templos, con una superficie de 100 x 60 metros, estaba consagrado a la Luna; otro templo, a la veneración de Nin-Gal, esposa de Nannar. Cada uno de ellos con un patio interior rodeado por toda una serie de estancias. En ellas se ven aún las antiguas fuentes, los largos pilones de agua calafateados con asfalto, y los profundos tajos en las grandes mesas de ladrillo dejan comprender dónde eran sacrificadas las reses ofrecidas en holocausto. En los hogares situados en las cocinas de los templos eran preparadas las viandas para el banquete sacrificial. Había también hornos especiales para cocer el pan. "Después de 38 siglos — hace notar Woolley en el relato de su expedición — podrían encenderse de nuevo hogares y poner otra vez en servicio las cocinas más antiguas del mundo." Hoy día los templos, las salas del Tribunal, las oficinas de Hacienda y las fábricas son instituciones completamente separadas unas de otras. En Ur era distinto. El distrito sagrado, bajo la administración del templo, no estaba exclusivamente reservado a la veneración de los dioses. Además de las ceremonias del culto, correspondían a los sacerdotes otras muchas atribuciones. Aparte de las ofrendas recibían, además, los "diezmos" y los impuestos, que eran debidamente inscriptos. Toda entrega era anotada en una tablilla de tierra cocida: seguramente los primeros recibos de impuestos que extendieron los hombres. Los escribientes, que eran sacerdotes, anotaban las entradas por impuestos en memorias semanales, mensuales y anuales. La moneda acuñada aún no era conocida. Los impuestos eran pagados en especies; cada habitante de Ur pagaba con lo que podía. El aceite, el trigo, las frutas, la lana y el ganado eran guardados en grandes locales; lo que era susceptible de echarse a perder pasaba a las tiendas que existían en el mismo templo. Muchos artículos eran transformados en el mismo templo, como, por ejemplo, en las hilanderías que dirigían los mismos sacerdotes. Uno de estos talleres sacerdotales fabricaba doce distintas clases de vestiduras. En las tablillas allí encontradas figuran los nombres de las muchachas que las tejían. Hasta figura el peso de la lana entregada a cada tejedora, y el número de (las=no) piezas que de ella resultaba estaba también anotado con toda escrupulosidad. En un edificio destinado a la administración de justicia se encontraron los textos de las sentencias, tan cuidadosamente inscriptos como en nuestros juicios actuales. Tres temporadas había estado trabajando la expedición angloamericana en el viejo Ur y este singular museo de la primitiva historia aún no había dado todos sus tesoros. Fue entonces cuando, fuera de los límites de los templos, los excavadores experimentan una sorpresa extraordinaria. Al sur de la torre escalonada, al explorar una serie de colinas, vieron surgir del fango paredes, muros y fachadas situadas unas junto a otras formando varias hileras. Las palas van poniendo al descubierto toda una serie de casas, un verdadero dédalo, cuyas paredes alcanzan, en algunos casos, alturas hasta de 3 metros. Entre ellas se abren paso estrechas callejas. De vez en cuando las calles desembocan en amplias plazas Después de muchas semanas de arduo trabajo, y después de remover muchas toneladas de cascotes, aparece ante aquellos hombres una visión inolvidable. ¡Debajo de Tell-al-Muqayyar, de matices rojos, aparece a la luz del sol toda una ciudad, despertada por los incansables exploradores después de un sueño milenario! Woolley y sus colaboradores están fuera de sí de alegría. Ante ellos está Ur; ¡aquella Ur de Caldea de que habla la Biblia! ¡Con qué comodidad habían vivido sus moradores! ¡Cuan espaciosas eran sus casas! En ninguna otra ciudad del País de los Dos Ríos han salido a la luz edificios particulares tan hermosos y confortables. Comparados con ellos los que se han conservado de Babilonia resultan humildes, hasta pobres. El profesor Koldewey, en las excavaciones alemanas realizadas a principios de este siglo, sólo encontró sencillas edificaciones de barro, de una sola planta con tres o cuatro habitaciones alrededor de un patio abierto. Así vivía la población hacia unos 600 años antes de J.C. en la tan admirada y alabada metrópoli de Ur; en cambio, 1.500 años antes vivían en macizos edificios en forma de villas, casi todos de dos plantas, contando de doce a catorce estancias. La planta baja era sólida, construida con ladrillos cocidos y la segunda con adobes; las paredes, limpiamente enlucidas con mortero y blanqueadas. El visitante entraba por la puerta a un pequeño atrio con sus pilas de agua donde se lavaba los pies y las manos. De allí penetraban a un espaciosos y claro patio interior, cuyo suelo estaba bellamente pavimentado. Alrededor de este patio se agrupaban el recibidor, la cocina y las habitaciones, así como el altar privado. Por una escalera de piedra, debajo de la cual se escondía el cuarto de aseo, se subía al piso superior; en él las estancias se distribuían entre las propias de la familia y las de los huéspedes. Entre las paredes derruidas volvió a surgir a la luz del día todo cuanto había pertenecido a la vida de estas casas patriarcales. Numerosas colecciones de vasijas, ánforas, vasos y tablillas de barro llenas de inscripciones formando un mosaico a través del cual podía ser reconstruida, pieza a pieza, la vida cotidiana de Ur. Ur de Caldea a principios del segundo milenio antes de J.C. era una poderosa capital, rica y llena de magnificencia. Woolley no puede desprenderse de una idea: Abraham tuvo que haber salido un día de Ur de Caldea y seguramente vino al mundo en alguno de esos edificios patriarcales. Debió de pasar junto a los muros del gran templo y por estas calles; y, al alzar los ojos, sus miradas debieron tropezar con la poderosa torre escalonada, con sus cuadriláteros de color negro, rojo y azul rodeados de árboles. Woolley escribe entusiasmado: "Tenemos que cambiar por completo la concepción que teníamos formada del patriarca hebreo al comprobar en qué magnífico ambiente pasó su juventud. Era ciudadano de una gran ciudad y heredó la tradición de una civilización antigua y bien organizada. Las mismas casas denotan confort, hasta casi lujo. Encontramos copias de himnos del servicio del templo y, junto a ellas, había también tablas matemáticas. En estas tablas, además de simples sumas, estaban inscritas fórmulas para la extracción de raíces cuadradas y de raíces cúbicas. ¡Y en otros textos los escribas habían copiado las inscripciones de los edificios de la ciudad y hasta una pequeña historia del templo!" ¡Abraham, evidentemente, no era un simple nómada, sino hijo de una gran ciudad del segundo milenio antes de J.C.! ¡Esto era un descubrimiento sensacional, casi increíble! Los diarios y las revistas publican fotografías de la vieja torre escalonada y de las ruinas de la metrópoli puestas al descubierto, que ofrecen un aspecto grandioso. Con sorpresa vemos un dibujo que lleva la siguiente inscripción: "Casa del tiempo de Abraham." Woolley lo había encargado a un artista. Es una reconstrucción que corresponde exactamente a los fundamentos. En un patio interior se ve un edificio parecido a una villa; sobre el pavimento hay dos elevadas ánforas por donde fluye el agua; una balaustrada de madera comunica las habitaciones del piso superior con el patio. ¿Es que resultaría de repente errónea la clásica concepción de Abraham como patriarca, rodeado de su prole y de sus rebaños, tal como generaciones enteras se lo habían figurado? La opinión de Woolley no dejó de ser discutida. Muy pronto los teólogos y los críticos la sometieron a duras impugnaciones. En favor de la concepción de Woolley hablaba el versículo 31 del capítulo XI del Génesis. "Tomó, pues, Téraj a Abraham, su hijo, a su nieto Lot... y los sacó de Ur de Caldea. Pero hay también pasajes de la Biblia que hacen mención de otro lugar: cuando Abraham manda a su siervo más viejo desde Canaán a la ciudad de Najor para que busque una esposa para su hijo Isaac, Abraham llama a este Najor su patria (Gén. 4:24) y la casa de su padre y su suelo natal (Gen. 7:24); Najor estaba situada en la Mesopotamia septentrional. Después de la conquista de la Tierra Prometida, Josué habló así al pueblo que estaba allí congregado: "Vuestros padres — Téraj, padre de Abraham y padre de Najor — habitaron de antiguo allende el río" (Jos. 24:2). Por el río se da a entender aquí, como en otras partes de la Biblia, el Éufrates. La ciudad de Ur fue construida en la orilla derecha del Éufrates. Vista desde Canaán estaba situada en la parte de acá del río, no al otro lado de él. ¿Es que Woolley había sacado conclusiones demasiado precipitadas? ¿Qué resultados positivos había alcanzado la expedición? ¿Dónde estaba la demostración de que Téraj y su hijo Abraham eran de Ur, vecinos de una gran ciudad? "La primitiva peregrinación desde Ur en Caldea hasta Harran, aparte de la excavación de la ciudad propiamente dicha, no ha encontrado confirmación alguna arqueológica," aclara William F. Albright, profesor de la Universidad de John Hopkins, de Baltimore (Estados Unidos). El erudito y afortunado excavador, que es tenido como un buen conocedor de la arqueología de Palestina y del Próximo Oriente, añade: "Y el hecho notable de que los traductores griegos jamás mencionen a Ur sino a la "Tierra" natural de los caldeos, podía significar que la transferencia de la patria de Abraham a Ur era considerada seguramente como una cosa secundaria y no conocida generalmente en el siglo III antes de J.C." Con Ur salió de las sombras del pasado la capital de los sumerios, uno de los pueblos más antiguos y cultos del País de los Dos Ríos. Los sumerios, según ya es sabido, no eran semitas como los hebreos. Cuando alrededor del año 2000 antes de J.C. tuvo lugar la gran invasión de los nómadas semitas procedentes de los desiertos árabes, se quebró en el Sur primero en Ur con sus extensas plantaciones y canales. Podría ser que el recuerdo de aquel grandioso éxodo a las tierras del "Fértil Creciente," del cual Ur también quedó afectada, quedase fijado en la Biblia. Escrupulosas investigaciones y, sobre todo, las excavaciones realizadas en las dos últimas décadas, parecen comprobar con visos de certeza que Abraham no fue jamás ciudadano de la gran metrópoli sumeria. Ello contradiría todas las representaciones que de él nos hace el Antiguo Testamento sobre la vida del padre de los patriarcas: Abraham vive en una tienda, con sus rebaños va de uno a otro sitio, de una a otra fuente. ¡No vive como habitante de una gran urbe, sino la vida típica de los nómades! Mucho más al norte del "Fértil Creciente," según veremos, saldrá de repente de la oscuridad la historia de los patriarcas de la Biblia con su ambiente histórico.

viernes, 18 de julio de 2014

CONFIRMACIÓN POR PARTE DE LA CIENCIA DE LAS SANTAS ESCRITURAS (LA BIBLIA)

Parte Primera del Antiguo Testamento. La Época de los Patriarcas: de Abraham a Jacob. 1. En el "Fértil Creciente." Hace cuatro mil años. — Continentes dormidos. — La gran cuna de nuestra civilización. — Elevadas culturas en el Antiguo Oriente. — Desde muy antiguo se construyeron torres escalonadas y pirámides. — Plantaciones gigantescas junto a canales construidos por el hombre. — Invasión de tribus árabes procedentes del desierto. Si se traza una línea en el mapa desde Egipto hasta el Golfo Pérsico, que pase por el Mediterráneo, Palestina y Siria, siguiendo luego el curso del Tigris y del Éufrates a través de Mesopotamia, resulta una media luna perfectamente diseñada. Hace 4.000 años que aquel potente semicírculo en torno al desierto de Arabia — llamado el "Fértil Creciente" — comprendía una multitud de culturas y de civilizaciones, engarzadas entre sí como perlas de una resplandeciente cadena. Clara luz irradió de ellas para la humanidad. Allí estuvo el centro de la civilización desde la Edad de Piedra hasta la Edad de Oro de las culturas griega y romana. Cuanto más se aleja la mirada del "Fértil Creciente" hacia el año 2000 antes de Jesucristo, más se acentúa la oscuridad y más raros van siendo los indicios de civilización y de vida cultural. Es como si los pueblos de los otros continentes estuviesen aún dormidos, cual niños próximos a despertar. En el Mediterráneo oriental existe ya un reflejo brillante: en Creta florece el país de los reyes de Minos, fundadores de la primera potencia marítima que existe mención. Hace ya mil años que la ciudadela de Micenas protege a sus habitantes, y una segunda Troya surge hace mucho tiempo sobre las ruinas de la primera. En la zona próxima a los Balcanes, en cambio, apenas si ha empezado la Edad del bronce primitivo. En la isla de Cerdeña y en la parte occidental de Francia se entierra a los muertos en sepulcros formados por grandes piedras. Estas tumbas megalíticas son la última manifestación de importancia de la Edad de Piedra. En Gran Bretaña se construye el más célebre santuario de la época megalítica — el templo del Sol, de Stonehenge — cuyo gigantesco círculo de menhires, en Salisbury, constituye aún hoy día una de las curiosidades de Inglaterra envueltas en las brumas de la leyenda. En Germania se utilizan arados de madera para labrar la tierra. A los pies del Himalaya se extingue, parpadeando sobre el valle del Indo, la solitaria luz de una isla cultural. Sobre China, en las extensas estepas rusas y sobre África reina la oscuridad. Al otro lado de las aguas del Atlántico dormita el continente de América. Mientras tanto, en el "Fértil Creciente" y en Egipto existe una multitud desconcertante de culturas y civilizaciones altamente desarrolladas. Desde hace mil años los faraones ocupan su trono. Hacia el año 2000 antes de J.C. está en él Amenemhet I, el fundador de la XII dinastía. Su esfera de influencia se extiende desde Nubia, al sur de la segunda catarata del Nilo, por la península de Sinaí hasta Canaán y Siria, cubriendo un territorio tan grande como Noruega. A orillas del Mediterráneo florecen las ricas ciudades marítimas de los fenicios. En el Asia Menor, en el corazón de la actual Turquía, el poderoso reino de los hititas se halla en tren de fundarse. En el País de los Dos Ríos, entre el Tigris y el Éufrates, gobiernan los reyes de Sumeria y de Akkad. Tributarios suyos son los pequeños reinos esparcidos desde el Golfo Pérsico hasta las fuentes del Éufrates. Las grandiosas pirámides de Egipto y las poderosas torres escalonadas de Mesopotamia han contemplado ya el paso de muchísimos siglos. Durante dos milenios tienen haciendas y plantaciones tan extensas como los grandes cultivos de hoy día, que dan cosechas de cereales, legumbres y frutos delicadísimos en los valles, irrigados artificialmente, del Nilo, el Éufrates y el Tigris. En todo el "Fértil Creciente" y en todo el reino de los Faraones se utiliza la escritura con caracteres cuneiformes y jeroglíficos. La usan los poetas, los empleados de la corte y del gobierno; para el comercio hace tiempo que se hizo indispensable. El activo intercambio de mercancías que realizan grandes importadores y exportadores del País de los Dos Ríos y Egipto por rutas de caravanas y vías de navegación desde el Golfo Pérsico a Siria y Asia Menor, desde el Nilo, por mar, a Chipre, Creta y aún el Mar Negro, se refleja en la correspondencia comercial grabada en las tablillas de barro o trazada en los papiros. Los productos más codiciados entre la multitud de valiosas mercancías son el cobre de las minas egipcias de las montañas del Sinaí, la plata de las montañas del Tauro, en Asia Menor, el oro y el marfil de Somalilandia, en África Oriental, y de Nubia, en el curso del Nilo, los tintes de púrpura de las ciudades fenicias, en la costa de Canaán, el incienso y especias raras de la Arabia Meridional, el delicado lino de los telares egipcios y los bellos vasos de la isla de Creta. La poesía y la ciencia están en pleno florecimiento. En Egipto surge la primera literatura amena y la primera poesía profana. El País de los Dos Ríos está atravesando ya su época de renacimiento. Los filólogos de Akkad, el gran reino del bajo Éufrates, componen la primera gramática y el primer diccionario bilingüe. La leyenda de Gilgamesh y las leyendas de los antiguos sumerios sobre la Creación y el diluvio universal se convierten, puestas en acádico — el lenguaje del mundo de entonces —, en epopeyas de carácter altamente dramático. Los médicos de Egipto componen sus medicamentos con plantas curativas de virtud probada, guiándose por recetarios; los cirujanos discuten entre sí sobre conocimientos anatómicos. Los matemáticos del país del Nilo llegan, por caminos empíricos, a la determinación de los lados del triángulo, para la cual cinco siglos después el griego Pitágoras establecerá su conocido axioma. Los ingenieros del País de los Dos Ríos resuelven sobre la base de la práctica el problema del cálculo del cuadrado. ¡Hasta los astrónomos, aunque exclusivamente al servicio de la Astrología, establecen, basándose en observaciones de gran exactitud, las órbitas de los planetas! Profunda paz y bienestar tienen que haber reinado en ese mundo junto al Nilo, el Éufrates y el Tigris, pues hasta ahora no se ha encontrado ninguna inscripción de aquellos tiempos que hable de grandes hechos guerreros. Mas del corazón de este "Fértil Creciente," de las refulgentes y estériles inmensidades del desierto arábigo, allí donde éste es bañado por las aguas del Océano índico, irrumpió por aquellos tiempos, en ingentes oleadas hacia el Norte y el Noroeste, hacia Mesopotamia, Siria y Palestina, un tropel de pueblos y tribus formados por nómadas semíticos. En ininterrumpidas bandadas los amoritas (nombre que significa "occidentales") se desplegaron sobre los reinos del "Fértil Creciente." El reino de Sumeria y Akkad se derrumbó en el año 1960 antes de J.C., bajo los obstinados ataques de aquellos invasores. Los amoritas fundaron una serie de estados y dinastías. Una de ellas tenía que alcanzar, con el tiempo, el predominio: la primera dinastía de Babilonia, centro del poder desde el año 1830 al 1530 antes de Jesucristo. Su sexto rey fue el célebre Hammurabi. A una de aquellas tribus semitas nómadas le estaba reservada una misión de suma trascendencia para la suerte de millones y millones de seres de todo el mundo hasta nuestros días. Era un pequeño grupo, quizá sólo una familia, desconocida e insignificante como un diminuto grano de arena llevado por el viento del desierto: ¡la familia de Abraham, el primer padre de los patriarcas!

viernes, 27 de junio de 2014

ATRIBULADOS... MAS NO ANGUSTIADOS.

El que experimenta la presencia y el poder de Cristo en su vida no enfrentará ningún problema ni tragedia que puedan ocasionar su derrota espiritual. Cuando las circunstancias externas se vuelven insoportables y se agotan los recursos humanos, recibe los recursos divinos para aumentar la fe,la esperanza y la fortaleza. Dios no abandonará a sus hijos fieles bajo ninguna circunstancia. Romanos 8:35-39 35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. m 37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Hebreos 13:5 5 Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré;

sábado, 14 de junio de 2014

SI HAS SUFRIDO LA PERDIDA DE TU PADRE, MADRE, HIJO O ALGUIEN MUY QUERIDO...

Dice el Salmo 27:10 "Aunque mi padre y mi madre me abandonen, tú, Señor, te harás cargo de mi." ¿Qué nos quiere decir? Obviamente que no nos va a dejar huérfanos, sino que Él nos va a adoptar como sus hijos, si pensamos ligeramente podemos entender que si, está bien, si dice en la Biblia debe ser cierto; y no es ese el pensamiento que Dios tiene para con nosotros o sea no de una religión respetuosa solamente sino de un estilo de vida real manifestado en nuestras vida acá y ahora. Ajá ¿y como es esto, podemos interrogarnos...? Veamos, Dios está en perfecto control de todo lo que sucede en todos lados y dice en su Palabra Romanos 8:28 "Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales Él ha llamado de acuerdo con su propósito". Podemos seguir pensando ligeramente que está bien, que si viene como consolación está bueno y es verdad..., pero me parece que El Señor como siempre, quiere ir más allá. Él es Espíritu y nosotros espíritu y carne o sea que hay una diferencia entre Él y nosotros, cuando estamos muy bien espiritualmente tenemos conexión directa, todo bien, pero que pasa cuando nos "bajoneamos", cuando nos distraemos "espiritualmente"... ¿Esto, también está contemplado por Dios? También está contemplado por Dios..., ¿cómo? Cuando Dios determina que una cosa sea de cierta manera es porque ya lo dispuso de otra forma y seguramente va a ser mejor. ¿Cómo podemos corroborar ésto? San Juan 19:25-27 "Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás, y María Magdalena. 26 Cuando Jesús vio a su madre, y junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, dijo a su madre: —Mujer, ahí tienes a tu hijo. 27 Luego le dijo al discípulo: —Ahí tienes a tu madre. Desde entonces, ese discípulo la recibió en su casa". Me parece que es la mejor ilustración de la circunstancia, Dios, por su propia justicia... tenía que permitir que Jesús muriera por los pecados de todos nosotros, ahora bien, María no se quedaría sin su principal hijo... Por boca del propio Jesús Dios no deja desamparada a su madre y al discípulo amado de una madre... Así son las cosas en el Reino de Dios, todo está bajo el control del Todopoderoso. Si Dios ha permitido que parta un ser querido nuestro... ahí, muy cerca nuestro está el enviado o la enviada por Él y es alguién que ama mucho a Dios y Dios ama mucho a esa persona. Él Señor no hace acepción de personas lo hizo con Jesús, lo hace con todos nosotros. Gracias a Él. ¡Bendiciones!

jueves, 29 de mayo de 2014

CUANDO ESTEMOS SOLOS O TEMEROSOS...

SERÍA BUENO LEER EL SALMO 27 JEHOVÁ ES MI LUZ Y MI SALVACIÓN 27 Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? 2 Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. 3 Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado. 4 Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. 5 Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; Me ocultará en lo reservado de su morada; Sobre una roca me pondrá en alto. 6 Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean, Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; Cantaré y entonaré alabanzas a Jehová. 7 Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo; Ten misericordia de mí, y respóndeme. 8 Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová; 9 No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; Mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación. 10 Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá. 11 Enséñame, oh Jehová, tu camino, Y guíame por senda de rectitud A causa de mis enemigos. 12 No me entregues a la voluntad de mis enemigos; Porque se han levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad. 13 Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová En la tierra de los vivientes. 14 Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová.

lunes, 26 de mayo de 2014

SI ESTÁN TENIENDO UNA TREMENDA LUCHA, ENCONTRARÁN UN EXCELENTE SUGERENCIA A FIN DE LA EPÍSTOLA A LOS EFESIOS

Efesios 6:10-18 Reina-Valera 1960 La armadura de Dios 10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;

sábado, 24 de mayo de 2014

SI HABÉIS EXPERIMENTADO FUERTES PÉRDIDAS...

Lee Romanos 8:3-39 31 ¿Qué más podremos decir? ¡Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros! 32 Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas? 33 ¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido? Dios es quien los hace justos. 34 ¿Quién podrá condenarlos? Cristo Jesús es quien murió; todavía más, quien resucitó y está a la derecha de Dios, rogando por nosotros. 35 ¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta? 36 Como dice la Escritura: «Por causa tuya estamos siempre expuestos a la muerte; nos tratan como a ovejas llevadas al matadero.» 37 Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, 39 ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!

viernes, 23 de mayo de 2014

PARA OBTENER LA PAZ INTERNA

Juan 14 Dios Habla Hoy Jesús, el camino al Padre 14 «No se angustien ustedes. Crean en Dios y crean también en mí. 2 En la casa de mi Padre hay muchos lugares donde vivir; si no fuera así, yo no les hubiera dicho que voy a prepararles un lugar. 3 Y después de irme y de prepararles un lugar, vendré otra vez para llevarlos conmigo, para que ustedes estén en el mismo lugar en donde yo voy a estar. 4 Ustedes saben el camino que lleva a donde yo voy.» 5 Tomás le dijo a Jesús: —Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino? 6 Jesús le contestó: —Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre. 7 Si ustedes me conocen a mí, también conocerán a mi Padre; y ya lo conocen desde ahora, pues lo han estado viendo. 8 Felipe le dijo entonces: —Señor, déjanos ver al Padre, y con eso nos basta. 9 Jesús le contestó: —Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿por qué me pides que les deje ver al Padre? 10 ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las cosas que les digo, no las digo por mi propia cuenta. El Padre, que vive en mí, es el que hace sus propias obras. 11 Créanme que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí; si no, crean al menos por las obras mismas. 12 Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras todavía más grandes, porque yo voy a donde está el Padre. 13 Y todo lo que ustedes pidan en mi nombre, yo lo haré, para que por el Hijo se muestre la gloria del Padre. 14 Yo haré cualquier cosa que en mi nombre ustedes me pidan. Jesús promete enviar el Espíritu Santo 15 »Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos. 16-17 Y yo le pediré al Padre que les mande otro Defensor, el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con ustedes. Los que son del mundo no lo pueden recibir, porque no lo ven ni lo conocen; pero ustedes lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes. 18 »No los voy a dejar huérfanos; volveré para estar con ustedes. 19 Dentro de poco, los que son del mundo ya no me verán; pero ustedes me verán, y vivirán porque yo vivo. 20 En aquel día, ustedes se darán cuenta de que yo estoy en mi Padre, y ustedes están en mí, y yo en ustedes. 21 El que recibe mis mandamientos y los obedece, demuestra que de veras me ama. Y mi Padre amará al que me ama, y yo también lo amaré y me mostraré a él. 22 Judas (no el Iscariote) le preguntó: —Señor, ¿por qué vas a mostrarte a nosotros y no a la gente del mundo? 23 Jesús le contestó: —El que me ama, hace caso de mi palabra; y mi Padre lo amará, y mi Padre y yo vendremos a vivir con él. 24 El que no me ama, no hace caso de mis palabras. Las palabras que ustedes están escuchando no son mías, sino del Padre, que me ha enviado. 25 »Les estoy diciendo todo esto mientras estoy con ustedes; 26 pero el Defensor, el Espíritu Santo que el Padre va a enviar en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho. 27 »Les dejo la paz. Les doy mi paz, pero no se la doy como la dan los que son del mundo. No se angustien ni tengan miedo. 28 Ya me oyeron decir que me voy y que vendré para estar otra vez con ustedes. Si de veras me amaran, se habrían alegrado al saber que voy al Padre, porque él es más que yo. 29 Les digo esto de antemano para que, cuando suceda, entonces crean. 30 »Ya no hablaré mucho con ustedes, porque viene el que manda en este mundo. Aunque no tiene ningún poder sobre mí, 31 así tiene que ser, para que el mundo sepa que yo amo al Padre y que hago lo que él me ha mandado. »Levántense. Vámonos de aquí.

miércoles, 21 de mayo de 2014

CUANDO TODO OS PAREZCA QUE VA DE MAL EN PEOR

Lee 2 Timoteo 3 La Biblia-Dios Habla Hoy Anuncio sobre los últimos días 3 También debes saber que en los tiempos últimos vendrán días difíciles. 2 Los hombres serán egoístas, amantes del dinero, orgullosos y vanidosos. Hablarán en contra de Dios, desobedecerán a sus padres, serán ingratos y no respetarán la religión. 3 No tendrán cariño ni compasión, serán chismosos, no podrán dominar sus pasiones, serán crueles y enemigos de todo lo bueno. 4 Serán traidores y atrevidos, estarán llenos de vanidad y buscarán sus propios placeres en vez de buscar a Dios. 5 Aparentarán ser muy religiosos, pero con sus hechos negarán el verdadero poder de la religión. No tengas nada que ver con esa clase de gente. 6 Porque a ellos pertenecen esos que se meten en las casas y engañan a débiles mujeres cargadas de pecado que, arrastradas por toda clase de deseos, 7 están siempre aprendiendo pero jamás llegan a comprender la verdad. 8 Y así como Janes y Jambrés se opusieron a Moisés, también esa gente se opone a la verdad. Son hombres de mente pervertida, fracasados en la fe. 9 Pero no avanzarán mucho, porque todo el mundo se dará cuenta de que son unos tontos, igual que les pasó a aquellos dos que se opusieron a Moisés. Recomendación a Timoteo 10 Pero tú has seguido bien mis enseñanzas, mi manera de vivir, mi propósito, mi fe, mi paciencia, mi amor y mi fortaleza para soportar, 11 y has compartido mis persecuciones y mis sufrimientos, como los que tuve que soportar en Antioquía, Iconio y Listra. ¡Qué persecuciones sufrí! Pero el Señor me libró de todo ello. 12 Es cierto que todos los que quieren llevar una vida piadosa en unión con Cristo Jesús sufrirán persecución; 13 pero los malos y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. 14 Tú, sigue firme en todo aquello que aprendiste, de lo cual estás convencido. Ya sabes quiénes te lo enseñaron. 15 Recuerda que desde niño conoces las sagradas Escrituras, que pueden instruirte y llevarte a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús. 16 Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud, 17 para que el hombre de Dios esté capacitado y completamente preparado para hacer toda clase de bien.

martes, 20 de mayo de 2014

¿SI ESTÁS MOLESTO Y ERES CRISTIANO?

Lee Salmos 103-104 La Biblia Dios Habla Hoy Bendeciré al Señor 103 Bendeciré al Señor con toda mi alma; bendeciré con todo mi ser su santo nombre. 2 Bendeciré al Señor con toda mi alma; no olvidaré ninguno de sus beneficios. 3 Él es quien perdona todas mis maldades, quien sana todas mis enfermedades, 4 quien libra mi vida del sepulcro, quien me colma de amor y ternura, 5 quien me satisface con todo lo mejor y me rejuvenece como un águila. 6 El Señor juzga con verdadera justicia a los que sufren violencia. 7 Dio a conocer sus caminos y sus hechos a Moisés y al pueblo de Israel. 8 El Señor es tierno y compasivo; es paciente y todo amor. 9 No nos reprende en todo tiempo ni su rencor es eterno; 10 no nos ha dado el pago que merecen nuestras maldades y pecados; 11 tan inmenso es su amor por los que lo honran como inmenso es el cielo sobre la tierra. 12 Nuestros pecados ha alejado de nosotros, como ha alejado del oriente el occidente. 13 El Señor es, con los que lo honran, tan tierno como un padre con sus hijos; 14 pues él sabe de qué estamos hechos: sabe bien que somos polvo. 15 La vida del hombre es como la hierba; brota como una flor silvestre: 16 tan pronto la azota el viento, deja de existir, y nadie vuelve a saber de ella. 17 Pero el amor del Señor es eterno para aquellos que lo honran; su justicia es infinita por todas las generaciones, 18 para los que cumplen con su alianza y no se olvidan de obedecer sus mandatos. 19 El Señor ha puesto su trono en el cielo, y su reino domina sobre todo. 20 ¡Bendigan al Señor, ángeles poderosos! Ustedes, que cumplen sus órdenes, que están atentos a obedecerlo. 21 ¡Bendigan al Señor todos sus ejércitos, que lo sirven y hacen su voluntad! 22 ¡Bendiga al Señor la creación entera, en todos los lugares de su reino! ¡Bendeciré al Señor con toda mi alma! Alabanzas al Creador 104 ¡Bendeciré al Señor con toda mi alma! ¡Cuán grande eres, Señor y Dios mío! Te has vestido de gloria y esplendor; 2 te has envuelto en un manto de luz. ¡Tú extendiste el cielo como un velo! 3 ¡Tú afirmaste sobre el agua los pilares de tu casa, allá en lo alto! Conviertes las nubes en tu carro; ¡viajas sobre las alas del viento! 4 Los vientos son tus mensajeros, y las llamas de fuego tus servidores. 5 Pusiste la tierra sobre sus bases para que nunca se mueva de su lugar. 6 El mar profundo cubría la tierra como si fuera un vestido. El agua cubría las montañas. 7 Pero tú la reprendiste, y se fue; huyó de prisa al escuchar tu voz de trueno. 8 Subiendo a los montes y bajando a los valles, se fue al lugar que le habías señalado, 9 al límite que le ordenaste no cruzar, para que no volviera a cubrir la tierra. 10 Tú envías el agua de los manantiales a los ríos que corren por las montañas. 11 De esa agua beben los animales salvajes; con ella apagan su sed los asnos del monte. 12 A la orilla de los ríos anidan las aves del cielo; ¡allí cantan, entre las ramas de los árboles! 13 Tú eres quien riega los montes desde tu casa, allá en lo alto; con los torrentes del cielo satisfaces a la tierra. 14 Haces crecer los pastos para los animales, y las plantas que el hombre cultiva para sacar su pan de la tierra, 15 el pan que le da fuerzas, y el vino, que alegra su vida y hace brillar su cara más que el aceite. 16 Sacian su sed los árboles, los cedros del Líbano que el Señor plantó. 17 En ellos anidan las aves más pequeñas, y en los pinos viven las cigüeñas. 18 Los montes altos son para las cabras, y en las peñas se esconden los tejones. 19 Hiciste la luna para medir el tiempo; el sol sabe cuándo debe ocultarse. 20 Tiendes el manto oscuro de la noche, y entonces salen los animales del bosque. 21 Los leones rugen por la víctima; piden que Dios les dé su comida. 22 Pero al salir el sol, se van y se acuestan en sus cuevas. 23 Entonces sale el hombre a su labor y trabaja hasta la noche. 24 ¡Cuántas cosas has hecho, Señor! Todas las hiciste con sabiduría; ¡la tierra está llena de todo lo que has creado! 25 Allí está el mar, ancho y extenso, donde abundan incontables animales, grandes y pequeños; 26 allí navegan los barcos, allí está el Leviatán, el monstruo que hiciste para jugar con él. 27 Todos ellos esperan de ti que les des su comida a su tiempo. 28 Tú les das, y ellos recogen; abres la mano, y se llenan de lo mejor; 29 si escondes tu rostro, se espantan; si les quitas el aliento, mueren y vuelven a ser polvo. 30 Pero si envías tu aliento de vida, son creados, y así renuevas el aspecto de la tierra. 31 ¡La gloria del Señor es eterna! ¡El Señor se alegra en su creación! 32 La tierra tiembla cuando él la mira; ¡echan humo los montes cuando él los toca! 33 Mientras yo exista y tenga vida, cantaré himnos al Señor mi Dios. 34 Quiera el Señor agradarse de mis pensamientos, pues sólo en él encuentro mi alegría. 35 ¡Que desaparezcan de la tierra los pecadores! ¡Que dejen de existir los malvados! ¡Bendeciré al Señor con toda mi alma! ¡Aleluya!