LA SANTA BIBLIA
jueves, 25 de agosto de 2016
TRIGO O CIZAÑA
24 Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.
27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?
28 El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?
29 El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.
30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.
Somos hijos de Dios que nos creó a su imagen y semejanza, y por lo tanto, el bien y la bondad son parte esencial de nuestro ser y nos atraen poderosamente.
Sin embargo y por nuestra condición de criaturas, también la debilidad, la fragilidad, hacen parte de nuestra vida y de nuestra historia, y se manifiestan de una manera o de otra, en nuestro obrar de cada día, como origen del mal. Lo podemos ver con toda claridad y sin mucho esfuerzo, mirando a nuestro alrededor, y entrando en nuestro propio corazón.
Trigo y cizaña crecen en nuestro corazón – en el de todos y en el de cada uno -, uno al lado del otro.
Trigo y cizaña crecen juntos, allí donde hay hombres y mujeres, sea cual sea su edad, su condición social, su situación económica, su desarrollo intelectual, sus creencias religiosas.
Constantemente escuchamos la llamada a llevar nuestra vida por el camino del bien, y también la tentación del mal, que aparece incluso, muchas veces, escondida bajo una apariencia de bien. Esta es una realidad de la que no podemos escaparnos, por mucho que lo queramos, y mucho el esfuerzo que hagamos. San Pablo nos lo dice refiriéndose a sí mismo, en la Carta a los creyentes de Roma: “Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco… puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero… El pecado habita en mí” (Romanos 7, 15.19.20)
Pero Dios es infinitamente paciente con nosotros, porque nos ama. Permite que la cizaña crezca junto al trigo, que el mal y el bien convivan hasta el tiempo de la siega, porque no quiere que ni un solo grano de trigo se pierda, enredado en la mala hierba. Conoce nuestras limitaciones y sabe que necesitamos tiempo y esfuerzo para afianzarnos en el bien; por eso permite que éste transcurra sin afanes, y que ponga a cada uno en el lugar que le corresponde. Su voluntad es esencialmente una voluntad salvadora.
Ninguno de nosotros, sea quien sea, tiene derecho a decir quién sirve y quién no sirve para el Reino de Dios, o por qué este sí y aquel no, aunque muchas veces – más de las que estamos dispuestos a aceptar – lo hacemos. Esta tarea es propia y exclusiva de Dios, y nosotros no podemos apresurarla, cambiarla, y menos aún obstaculizarla. Sólo nos corresponde aceptar lo que Dios, en su infinita sabiduría, decida .
Avancemos en nuestro caminar por la vida, con la mirada puesta en Dios, de quien procede todo bien, seguros de que al hacerlo, él nos dará las fuerzas que necesitamos para vencer el mal que se nos presenta de tantas maneras, y para crecer en el buen obrar que nos une misteriosa e indisolublemente a él.
Que el Señor nos ayude en este propósito de vida.
Ahora, el Señor interpreta ésta parábola…, diciendo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Mateo 13:37-42
Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. 1 Juan 2:18
Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. 1 Juan 4:1
Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos. Mateo 24:11
Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Mateo 24:24
Satanás ha enviado a sus falsos ministros por el mundo para diseminar mediante un poder engañoso su falso evangelio; este falso evangelio produce falsos cristianos. Falsos creyentes quienes no se han arrepentido sino que se acercan a Dios con fines meramente egoístas, pues eso es lo que enseñan esos falsos siervos con sus falsas enseñanzas: a acercarse a Dios para obtener riquezas terrenales (Juan 6:26).
Además con su conocimiento únicamente intelectual pretenden tomar control de toda situación de manera puramente despiadada y humillante en la cuál carece de toda especie de amor y consideración sin medir las consecuencia en su cortar con la Palabra de Dios y sin tener en cuenta las recomendaciones del Maestro para estos casos utilizando la verdad pero con muy mal intención provocando que esto sea peor que la mentira.
...inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia. 2 Tesalonicenses 2:9-12
Hablando ahora en términos agrícolas, ¿Qué cosa es la cizaña?
Se le llama cizaña o mala hierba a la planta que invade los cultivos y reduce su rendimiento, pues compite con la especie cultivada robándole agua, luz y nutrientes de la tierra. La cizaña dificulta la recolección y reduce por contaminación el valor nutritivo del producto. Sus granos tóxicos envenenan los granos de trigo que crecen a su alrededor volviéndolos a su vez también venenosos.
Hay cuatro aspectos importantes que debemos saber acerca del trigo y la cizaña:
1.- Cuando el trigo aún no ha madurado, es del mismo color verde de la cizaña.
De la misma manera, cuando somos cristianos inmaduros no nos diferenciamos mucho de los falsos cristianos.
2.- La cizaña no deja crecer al trigo porque le roba el agua, los nutrientes de la tierra y el sol, incluso es frecuente que contamine al trigo con hongos venenosos.
Asimismo los falsos cristianos no dejan crecer espiritualmente a los verdaderos hijos de Dios, pues los contaminan de muchas maneras, no solo con sus malos ejemplos, sino también con falsas enseñanzas, que son veneno mortal.
3.- El trigo sirve de alimento, la cizaña no sirve para nada, todo lo contrario, pues además de impedir la maduración del trigo y demás cereales -e inclusive volverlos venenosos-, entorpece su recolección.
Cuando el cristiano genuino consigue madurar, muere a sí mismo para servir de alimento a otros. No así los falsos cristianos que, por no haber nacido de nuevo genuinamente, se niegan a morir a sí mismos y arrastran con su mal ejemplo y mala influencia a los hijos verdaderos. Un cristiano genuino deberá guardarse de ser contagiado por el mortal veneno de los falsos cristianos, pues corre el riesgo de a su vez contaminar a otros (1 Corintios 5:11 / 1 Corintios 5:6).
4.- El trigo no maduro o contaminado tampoco sirve de nada y junto con la cizaña se usaban para calentar el horno.
Como ya dijimos, es común que el trigo alrededor del cual creció cizaña no alcance su madurez al momento de la siega, o inclusive -como también ya lo dijimos- que se hubiere contaminado y vuelto venenoso. En estos casos, al igual que la cizaña, no sirven para alimento, por lo que junto con la mala hierba se arrojan a las llamas del horno. Esto es, que ambos -trigo contaminado y cizaña- se echaban al fuego.
De igual forma si permitimos que los falsos cristianos nos contagien de su mal ejemplo y mala influencia no seremos de utilidad al propósito Divino, sino por el contrario, seremos tropiezo.
Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero. Mateo 13:28 -30
¿Por qué el pasaje da a entender que al tratar de arrancar la cizaña se puede confundir con el trigo, pero al llegar el tiempo de la siega no ocurrirá tal confusión?
Como ya sabemos, cuando el trigo aún no madura es de color verde, igual que el color que siempre tiene la cizaña, por lo que en su etapa temprana de crecimiento es muy difícil diferenciarlos -trigo y cizaña- uno de otro. Pero conforme llega la maduración el trigo va poniéndose dorado y al momento de la siega se distingue perfectamente de la cizaña que siempre permanece verde.
¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Juan 4:35
Este pasaje dice que al madurar el trigo los campos se vuelven «blancos», lo que el pasaje quiere dar a entender no es que los campos de trigo se vuelvan de ese color, sino que SE ACLARAN.
La fe inmadura es como el trigo verde
El proceso de maduración del trigo nos ofrece una bella lección de cómo la fe del creyente debe transformarse.
Al comenzar alguien en algún oficio metafóricamente se dice "aún está muy verde" o "aún no se le ve color", "todavía no pinta" o "está tierno aún" estas frases provienen de la enseñanza que la maduración del trigo nos da y se refieren a quien todavía no ha acabado de desarrollar su carácter.
Algo parecido sucede con todos los que iniciamos el camino de la fe. Cuando nuestra fe acaba de surgir, se parece a las espigas de trigo aún verdes, porque ha iniciado un proceso de maduración.
Así como las espigas de trigo se espera que un día maduren, así también nuestra fe debe transformarse para dar muestras de un crecimiento espiritual.
Un buen ejemplo de esto lo tenemos en las actitudes que los discípulos tenían cuando pretendían ser los más importantes entre ellos (Marcos 9:33-35); actitudes que por supuesto desaparecieron cuando su fe fue madurada (Hechos 10:25-26).
La inmadurez espiritual: el egoísmo y la soberbia
El color verde del trigo, que denota su inmadurez, simboliza el egoísmo y la soberbia que aún guarda todo creyente nuevo. Todos los que hemos iniciado nuestro camino en la fe necesitamos constantemente deshacernos del egoísmo y la soberbia, pues no obstante haber nacido de nuevo, todavía nos caracterizamos por buscar lo nuestro y desear ser servidos. Este proceso de purificación, perfeccionamiento y maduración, es efectuado por el Espíritu Santo a través de nuestra comunión con Él y su Palabra y la debida obediencia (Marcos 4: 1-20 / Marcos 4:26-29). Proceso que continúa a lo largo de toda nuestra vida (Filipenses 1:6 / 1 Pedro 5:10).
Contrario al proceso de maduración que todo nacido de nuevo debe iniciar, cierto tipo de falsos maestros (hay otro tipo de falsos maestros, los judaizantes, pero de ellos hablaremos en otra ocasión) enseñan erradamente que en el servicio a Dios el creyente debe anhelar tener abundante dinero, fama y popularidad, engañando con eso a los que comenzaban a acercarse a Dios, seres completamente inmaduros en su fe, los cuales lejos de perfeccionarla cultivándola con amor y humildad, la corrompen incitando el egoísmo, la avaricia, la soberbia y el orgullo que todavía hay en sus corazones (1 Juan 2:15-17).
Cuando brotan los impíos como la hierba, Y florecen todos los que hacen iniquidad, es para ser destruidos eternamente. Salmo 92:7
Por todo ello, nada mejor para ejemplificar a los falsos maestros y su influencia nociva que la cizaña, pues con sus enseñanzas venenosas lejos de permitir a la gente madurar en su fe, la corrompen, pues provocan que sus discípulos se queden siempre estancados en su inmadurez egoísta.
La madurez espiritual: el amor y la humildad
La madurez espiritual está del otro lado del egoísmo y la soberbia, pues son el amor y la humildad. El color dorado del trigo, el cual denota su grado de madurez total, es el amor en el que se ha transformado nuestra fe.
Así como la cizaña nunca cambia, y el trigo envenenado no maduran ni crecen, los falsos cristianos permanecen siempre igual: persistiendo en sus malas obras de las que nunca se arrepienten.
Pero nosotros, cristianos genuinos, como el trigo VAMOS MADURANDO CONFORME SE ACERCA LA SIEGA, y al momento de ésta, ya somos completamente diferentes a la cizaña.
Esa es la diferencia entre lo plantado por el Padre celestial y lo plantado por su enemigo: la maduración. El crecimiento espiritual constante. El que Dios crezca cada día más en nosotros al tiempo que nosotros disminuimos (Juan 3:30 / 2 Corintios 7:1 / 2 Corintios 12:9).
El trigo y la espiritualidad
Por eso, a nosotros su iglesia, el Señor nos compara con el trigo, porque al contrario de la cizaña, que ni crece ni madura, el trigo crece con su corona dorada (Apocalipsis 3:11) hacia el cielo y va despegando su cabeza de la tierra; mientras que la cizaña siempre está en lo terrenal, el trigo busca lo celestial; Así como la semilla de trigo muere y es enterrada y luego brota la espiga hacia el cielo, de la misma manera si morimos a nuestros propios deseos, a nuestra propia vida en este mundo, comenzaremos nuestro camino hacia la verdadera espiritualidad.
De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Juan 12:24-25
Además esta parábola ha sido mencionada como ejemplo de la tolerancia que hay que tener sobre todo a personas con una religión distinta a la propia.
Alguien predicó un sermón en el que dijo que sólo Dios puede separar a los falsos creyentes de los verdaderos y señaló que matar herejes o no creyentes es acabar con su oportunidad ser salvos:
Deseamos forzar a otros a creer; a los turcos con la espadas, a los herejes con el fuego, a los judíos con la muerte, y así desenraizar la cizaña por nuestro propio poder, como si fuéramos nosotros los que pudiéramos reinar sobre los corazones y los espíritus, y volverlos piadosos y rectos, lo cual sólo la palabra de Dios debe hacer. Pero matando, separamos a las personas del mundo, por lo que es imposible eso que pueda funcionar sobre ellos y traemos así, con un golpe, un doble asesinato sobre nosotros mismos, pues recae sobre nuestro poder, podemos decir, en que matamos el cuerpo de por vida y el alma por la eternidad, y luego decimos que hicimos un servicio a Dios mediante nuestras acciones, y deseamos ameritar algo especial en el cielo."
Concluye diciendo que "aunque la cizaña estorba al trigo, también lo hace más hermoso.
También debemos entender que
"no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes".
Efesios 6:12
O sea es una lucha en la dimensión espiritual en lo que los malos espíritus manejan a personas o creyentes débiles y vulnerables a este tipo de influencias de maldad, lo que es necesario que aquellos que hemos entendido esto batallemos contra estas malas influencias y oremos por el fortalecimiento de sus victimas mostrándoles el peligro que acecha sobre sus vidas..
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