LA SANTA BIBLIA
martes, 30 de agosto de 2016
COMO ES TU INFLUENCIA HACIA TU ENTORNO
Vestíos […] de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia (v. 12).
Lectura: Colosenses 3:12-17
Algunos años antes de convertirse en presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt se enteró de que su hijo mayor estaba enfermo. Aunque se recuperaría, la causa de esa enfermedad golpeó duramente a Roosevelt: los doctores le dijeron que era por él. Su hijo padecía «agotamiento nervioso», tras haber sido implacablemente presionado por su padre para que se convirtiera en el héroe valeroso que Roosevelt mismo no había sido durante su frágil niñez. Entonces, prometió: «De ahora en adelante, nunca lo volveré a presionar, ni mental ni corporalmente». Y así lo hizo.
Ese mismo hijo fue quien luego lideró valientemente el desembarco de los soldados aliados en Playa de Utah durante la Segunda Guerra Mundial.
Dios nos ha confiado el influir en la vida de otras personas. Tenemos una gran responsabilidad hacia nuestros cónyuges, hijos, familiares, padres, hermanos, amigos, empleados y clientes. La tentación a presionar demasiado, a exigir por demás, a forzar el progreso o a orquestar el éxito puede llevarnos a perjudicar a otros. A veces queremos imponer mas o menos fe inclusive utilizando La Palabra cuando Dios dice “Ven hijo mío dame hoy tu corazón”. Por eso, se exhorta a los seguidores de Cristo a vestirse «de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia» (Colosenses 3:12). Si Jesús, el Hijo de Dios, vino en humildad, ¿no deberíamos tratarnos unos a otros con mansedumbre? Jesús nos dejó un testimonio sobre esto cuando lo buscaban su madre y sus hermanos… ¿que le contestó el Maestro?
Mateo 12:46-50
46 Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar.
47 Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar.
48 Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?
49 Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
50 Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.
El se limitaba a responder puntual y únicamente en base a los requerimientos que se le hacían y no a enrostrar la falta de espiritualidad o búsqueda de Dios.
Señor, ayúdame a reflejar tu carácter.
Nosotros debemos hacer por los demás lo que Dios hace por nosotros.
jueves, 25 de agosto de 2016
TRIGO O CIZAÑA
24 Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.
27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?
28 El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?
29 El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.
30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.
Somos hijos de Dios que nos creó a su imagen y semejanza, y por lo tanto, el bien y la bondad son parte esencial de nuestro ser y nos atraen poderosamente.
Sin embargo y por nuestra condición de criaturas, también la debilidad, la fragilidad, hacen parte de nuestra vida y de nuestra historia, y se manifiestan de una manera o de otra, en nuestro obrar de cada día, como origen del mal. Lo podemos ver con toda claridad y sin mucho esfuerzo, mirando a nuestro alrededor, y entrando en nuestro propio corazón.
Trigo y cizaña crecen en nuestro corazón – en el de todos y en el de cada uno -, uno al lado del otro.
Trigo y cizaña crecen juntos, allí donde hay hombres y mujeres, sea cual sea su edad, su condición social, su situación económica, su desarrollo intelectual, sus creencias religiosas.
Constantemente escuchamos la llamada a llevar nuestra vida por el camino del bien, y también la tentación del mal, que aparece incluso, muchas veces, escondida bajo una apariencia de bien. Esta es una realidad de la que no podemos escaparnos, por mucho que lo queramos, y mucho el esfuerzo que hagamos. San Pablo nos lo dice refiriéndose a sí mismo, en la Carta a los creyentes de Roma: “Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco… puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero… El pecado habita en mí” (Romanos 7, 15.19.20)
Pero Dios es infinitamente paciente con nosotros, porque nos ama. Permite que la cizaña crezca junto al trigo, que el mal y el bien convivan hasta el tiempo de la siega, porque no quiere que ni un solo grano de trigo se pierda, enredado en la mala hierba. Conoce nuestras limitaciones y sabe que necesitamos tiempo y esfuerzo para afianzarnos en el bien; por eso permite que éste transcurra sin afanes, y que ponga a cada uno en el lugar que le corresponde. Su voluntad es esencialmente una voluntad salvadora.
Ninguno de nosotros, sea quien sea, tiene derecho a decir quién sirve y quién no sirve para el Reino de Dios, o por qué este sí y aquel no, aunque muchas veces – más de las que estamos dispuestos a aceptar – lo hacemos. Esta tarea es propia y exclusiva de Dios, y nosotros no podemos apresurarla, cambiarla, y menos aún obstaculizarla. Sólo nos corresponde aceptar lo que Dios, en su infinita sabiduría, decida .
Avancemos en nuestro caminar por la vida, con la mirada puesta en Dios, de quien procede todo bien, seguros de que al hacerlo, él nos dará las fuerzas que necesitamos para vencer el mal que se nos presenta de tantas maneras, y para crecer en el buen obrar que nos une misteriosa e indisolublemente a él.
Que el Señor nos ayude en este propósito de vida.
Ahora, el Señor interpreta ésta parábola…, diciendo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Mateo 13:37-42
Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. 1 Juan 2:18
Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. 1 Juan 4:1
Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos. Mateo 24:11
Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Mateo 24:24
Satanás ha enviado a sus falsos ministros por el mundo para diseminar mediante un poder engañoso su falso evangelio; este falso evangelio produce falsos cristianos. Falsos creyentes quienes no se han arrepentido sino que se acercan a Dios con fines meramente egoístas, pues eso es lo que enseñan esos falsos siervos con sus falsas enseñanzas: a acercarse a Dios para obtener riquezas terrenales (Juan 6:26).
Además con su conocimiento únicamente intelectual pretenden tomar control de toda situación de manera puramente despiadada y humillante en la cuál carece de toda especie de amor y consideración sin medir las consecuencia en su cortar con la Palabra de Dios y sin tener en cuenta las recomendaciones del Maestro para estos casos utilizando la verdad pero con muy mal intención provocando que esto sea peor que la mentira.
...inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia. 2 Tesalonicenses 2:9-12
Hablando ahora en términos agrícolas, ¿Qué cosa es la cizaña?
Se le llama cizaña o mala hierba a la planta que invade los cultivos y reduce su rendimiento, pues compite con la especie cultivada robándole agua, luz y nutrientes de la tierra. La cizaña dificulta la recolección y reduce por contaminación el valor nutritivo del producto. Sus granos tóxicos envenenan los granos de trigo que crecen a su alrededor volviéndolos a su vez también venenosos.
Hay cuatro aspectos importantes que debemos saber acerca del trigo y la cizaña:
1.- Cuando el trigo aún no ha madurado, es del mismo color verde de la cizaña.
De la misma manera, cuando somos cristianos inmaduros no nos diferenciamos mucho de los falsos cristianos.
2.- La cizaña no deja crecer al trigo porque le roba el agua, los nutrientes de la tierra y el sol, incluso es frecuente que contamine al trigo con hongos venenosos.
Asimismo los falsos cristianos no dejan crecer espiritualmente a los verdaderos hijos de Dios, pues los contaminan de muchas maneras, no solo con sus malos ejemplos, sino también con falsas enseñanzas, que son veneno mortal.
3.- El trigo sirve de alimento, la cizaña no sirve para nada, todo lo contrario, pues además de impedir la maduración del trigo y demás cereales -e inclusive volverlos venenosos-, entorpece su recolección.
Cuando el cristiano genuino consigue madurar, muere a sí mismo para servir de alimento a otros. No así los falsos cristianos que, por no haber nacido de nuevo genuinamente, se niegan a morir a sí mismos y arrastran con su mal ejemplo y mala influencia a los hijos verdaderos. Un cristiano genuino deberá guardarse de ser contagiado por el mortal veneno de los falsos cristianos, pues corre el riesgo de a su vez contaminar a otros (1 Corintios 5:11 / 1 Corintios 5:6).
4.- El trigo no maduro o contaminado tampoco sirve de nada y junto con la cizaña se usaban para calentar el horno.
Como ya dijimos, es común que el trigo alrededor del cual creció cizaña no alcance su madurez al momento de la siega, o inclusive -como también ya lo dijimos- que se hubiere contaminado y vuelto venenoso. En estos casos, al igual que la cizaña, no sirven para alimento, por lo que junto con la mala hierba se arrojan a las llamas del horno. Esto es, que ambos -trigo contaminado y cizaña- se echaban al fuego.
De igual forma si permitimos que los falsos cristianos nos contagien de su mal ejemplo y mala influencia no seremos de utilidad al propósito Divino, sino por el contrario, seremos tropiezo.
Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero. Mateo 13:28 -30
¿Por qué el pasaje da a entender que al tratar de arrancar la cizaña se puede confundir con el trigo, pero al llegar el tiempo de la siega no ocurrirá tal confusión?
Como ya sabemos, cuando el trigo aún no madura es de color verde, igual que el color que siempre tiene la cizaña, por lo que en su etapa temprana de crecimiento es muy difícil diferenciarlos -trigo y cizaña- uno de otro. Pero conforme llega la maduración el trigo va poniéndose dorado y al momento de la siega se distingue perfectamente de la cizaña que siempre permanece verde.
¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Juan 4:35
Este pasaje dice que al madurar el trigo los campos se vuelven «blancos», lo que el pasaje quiere dar a entender no es que los campos de trigo se vuelvan de ese color, sino que SE ACLARAN.
La fe inmadura es como el trigo verde
El proceso de maduración del trigo nos ofrece una bella lección de cómo la fe del creyente debe transformarse.
Al comenzar alguien en algún oficio metafóricamente se dice "aún está muy verde" o "aún no se le ve color", "todavía no pinta" o "está tierno aún" estas frases provienen de la enseñanza que la maduración del trigo nos da y se refieren a quien todavía no ha acabado de desarrollar su carácter.
Algo parecido sucede con todos los que iniciamos el camino de la fe. Cuando nuestra fe acaba de surgir, se parece a las espigas de trigo aún verdes, porque ha iniciado un proceso de maduración.
Así como las espigas de trigo se espera que un día maduren, así también nuestra fe debe transformarse para dar muestras de un crecimiento espiritual.
Un buen ejemplo de esto lo tenemos en las actitudes que los discípulos tenían cuando pretendían ser los más importantes entre ellos (Marcos 9:33-35); actitudes que por supuesto desaparecieron cuando su fe fue madurada (Hechos 10:25-26).
La inmadurez espiritual: el egoísmo y la soberbia
El color verde del trigo, que denota su inmadurez, simboliza el egoísmo y la soberbia que aún guarda todo creyente nuevo. Todos los que hemos iniciado nuestro camino en la fe necesitamos constantemente deshacernos del egoísmo y la soberbia, pues no obstante haber nacido de nuevo, todavía nos caracterizamos por buscar lo nuestro y desear ser servidos. Este proceso de purificación, perfeccionamiento y maduración, es efectuado por el Espíritu Santo a través de nuestra comunión con Él y su Palabra y la debida obediencia (Marcos 4: 1-20 / Marcos 4:26-29). Proceso que continúa a lo largo de toda nuestra vida (Filipenses 1:6 / 1 Pedro 5:10).
Contrario al proceso de maduración que todo nacido de nuevo debe iniciar, cierto tipo de falsos maestros (hay otro tipo de falsos maestros, los judaizantes, pero de ellos hablaremos en otra ocasión) enseñan erradamente que en el servicio a Dios el creyente debe anhelar tener abundante dinero, fama y popularidad, engañando con eso a los que comenzaban a acercarse a Dios, seres completamente inmaduros en su fe, los cuales lejos de perfeccionarla cultivándola con amor y humildad, la corrompen incitando el egoísmo, la avaricia, la soberbia y el orgullo que todavía hay en sus corazones (1 Juan 2:15-17).
Cuando brotan los impíos como la hierba, Y florecen todos los que hacen iniquidad, es para ser destruidos eternamente. Salmo 92:7
Por todo ello, nada mejor para ejemplificar a los falsos maestros y su influencia nociva que la cizaña, pues con sus enseñanzas venenosas lejos de permitir a la gente madurar en su fe, la corrompen, pues provocan que sus discípulos se queden siempre estancados en su inmadurez egoísta.
La madurez espiritual: el amor y la humildad
La madurez espiritual está del otro lado del egoísmo y la soberbia, pues son el amor y la humildad. El color dorado del trigo, el cual denota su grado de madurez total, es el amor en el que se ha transformado nuestra fe.
Así como la cizaña nunca cambia, y el trigo envenenado no maduran ni crecen, los falsos cristianos permanecen siempre igual: persistiendo en sus malas obras de las que nunca se arrepienten.
Pero nosotros, cristianos genuinos, como el trigo VAMOS MADURANDO CONFORME SE ACERCA LA SIEGA, y al momento de ésta, ya somos completamente diferentes a la cizaña.
Esa es la diferencia entre lo plantado por el Padre celestial y lo plantado por su enemigo: la maduración. El crecimiento espiritual constante. El que Dios crezca cada día más en nosotros al tiempo que nosotros disminuimos (Juan 3:30 / 2 Corintios 7:1 / 2 Corintios 12:9).
El trigo y la espiritualidad
Por eso, a nosotros su iglesia, el Señor nos compara con el trigo, porque al contrario de la cizaña, que ni crece ni madura, el trigo crece con su corona dorada (Apocalipsis 3:11) hacia el cielo y va despegando su cabeza de la tierra; mientras que la cizaña siempre está en lo terrenal, el trigo busca lo celestial; Así como la semilla de trigo muere y es enterrada y luego brota la espiga hacia el cielo, de la misma manera si morimos a nuestros propios deseos, a nuestra propia vida en este mundo, comenzaremos nuestro camino hacia la verdadera espiritualidad.
De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Juan 12:24-25
Además esta parábola ha sido mencionada como ejemplo de la tolerancia que hay que tener sobre todo a personas con una religión distinta a la propia.
Alguien predicó un sermón en el que dijo que sólo Dios puede separar a los falsos creyentes de los verdaderos y señaló que matar herejes o no creyentes es acabar con su oportunidad ser salvos:
Deseamos forzar a otros a creer; a los turcos con la espadas, a los herejes con el fuego, a los judíos con la muerte, y así desenraizar la cizaña por nuestro propio poder, como si fuéramos nosotros los que pudiéramos reinar sobre los corazones y los espíritus, y volverlos piadosos y rectos, lo cual sólo la palabra de Dios debe hacer. Pero matando, separamos a las personas del mundo, por lo que es imposible eso que pueda funcionar sobre ellos y traemos así, con un golpe, un doble asesinato sobre nosotros mismos, pues recae sobre nuestro poder, podemos decir, en que matamos el cuerpo de por vida y el alma por la eternidad, y luego decimos que hicimos un servicio a Dios mediante nuestras acciones, y deseamos ameritar algo especial en el cielo."
Concluye diciendo que "aunque la cizaña estorba al trigo, también lo hace más hermoso.
También debemos entender que
"no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes".
Efesios 6:12
O sea es una lucha en la dimensión espiritual en lo que los malos espíritus manejan a personas o creyentes débiles y vulnerables a este tipo de influencias de maldad, lo que es necesario que aquellos que hemos entendido esto batallemos contra estas malas influencias y oremos por el fortalecimiento de sus victimas mostrándoles el peligro que acecha sobre sus vidas..
sábado, 20 de agosto de 2016
PERO EL QUE PIDA…, PIDA CON FE NO DUDANDO NADA
Santiago 1:6
Mateo 7:7-11
La oración, y la regla de oro
(Lc. 11.9-13; 6.31)
7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?
10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?
11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
Juan 16:23-24
23 En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.
24 Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.
Para los que creemos y necesitamos de Dios debemos utilizar estas promesas para satisfacer nuestras necesidades pero hay una condición como todo el Plan de Dios debemos actuar con fe porque sin fe es imposible agradar a Dios.
Disponemos de muchos testimonios bíblicos en los cuales podemos observar cómo se efectuaron muchos favores de Dios…, a saber: la mujer que toco el manto, Jesús ni la vio naturalmente entre tanta gente pero la siente en su Espíritu por la fe de esta mujer seguramente rodeado de mucha gente con distintas necesidades pero en ese momento una sola persona lo buscaba con fe. Zaqueo subiéndose al árbol mostrándole al Señor no solamente el deseo de verle sino el interés de conocer al Señor hecho que quedo perfectamente a la vista del Maestro y obtuvo el regalo del Cielo, los cuatro que bajaron el enfermo haciendo un agujero en el techo y etc. O sea llevaron a cabo actitudes que tocaron al Señor a través de su fe perfectamente identificada por Jesús…, pero esta gente no dudaba nada. El Señor Jesucristo mira con compasión a la gente pero se fija en aquellas personas de fe para concederles sus peticiones.
Y entonces..., ¡como viene la fe?
Romanos 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
La fe viene por el oír y entender y practicar la Palabra de Dios.
lunes, 15 de agosto de 2016
EL PLAN DE DIOS PARA LA HUMANIDAD
El propósito de Dios para el hombre es que sea su prolongación, que sea eterno, que tenga paz y gozo y que también viva en abundancia, reflejando la gloria de Dios.
Lo primero que hizo Dios antes de crear al hombre fue preparar el escenario en el cual habría de vivir. Dios no hizo primero al hombre porque Él no quería que tuviera dificultades o falencias, de tal manera que preparó primero su hogar y después puso al hombre allí, creando un mundo perfecto que supliera todas sus necesidades.
El propósito de Dios para el hombre
Dentro del propósito inicial, Dios concibió unos planes perfectos para el hombre que son:
Dios quiere que seamos como Él: Una vez Dios creó al hombre, determinó grandes planes para él. Dios dijo entonces “Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza”, Génesis 1:26. Esto, en otras palabras significa que Dios quería que el hombre fuera un reflejo suyo. Dios creó al hombre para ser como Él, como su Creador, porque inicialmente, eso era parte del propósito de Dios para la humanidad.
Dios quiere que dominemos sobre la Tierra y nos dio el poder para hacerlo: Después dijo, “Que domine sobre los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, y los reptiles de la tierra”, Génesis 1:26. Esto significa que Dios creó a un hombre, que fuera el amo de la creación con la inteligencia, la creatividad y la excelencia de Dios su Creador. Esa creatividad, debía ser usada por el hombre, para crear su futuro, un excelente futuro, en vez de permitir ser controlado por él. El hombre entonces, dominaba la Tierra y por encima de Él solo estaba Dios.
Dios quiere que seamos productivos: Así pues, “Dios creó al hombre, varón y hembra los creó, los bendijo y les dijo: Fructificad y multiplicaos. LLenad la Tierra y sometedla”, Génesis 1:27-28. Dios jamás quiso que fuéramos pobres, o que pasáramos necesidades. Dios nos creo para que nada nos faltara y por eso creó primero un lugar con todo en abundancia para vivir. El hombre solo tenía que multiplicar y administrar esas riquezas. El hombre fue creado para ser dueño y señor, según el plan original de Dios.
Dios quiere que tengamos una estrecha relación con él y no una religión, porque la religión es el hombre tratando de alcanzar a Dios, un Dios lejano y distante, mientras que la relación se trata de Dios alcanzando al hombre, y Dios nos alcanza a través de su hijo Jesucristo.
El propósito de Dios es que reflejemos su gloria
Dios mandó a su Hijo Jesucristo para redimirnos del pecado, (el pecado es el culpable de distorsionar nuestro diseño original y el culpable de haber roto nuestra conexión con Dios). Jesucristo vino pues para devolvernos al estado original que teníamos, para que retomáramos el propósito para el cual fuimos creados, para que seamos luz en medio de las tinieblas del mundo en el que vivimos.
Así pues al tener un encuentro con Cristo recuperamos el propósito inicial de Dios el cual consiste en reflejar la gloria de Dios, es decir, que el hombre desarrollando su máximo potencial de bondad y justicia, cualidades heredadas del Creador, y sometiéndose a la Voluntad del Padre, reflejará la gloria de Dios.
Pero el propósito de Dios para el hombre es también que seamos como Cristo, imitándolo, viviendo en santidad y desarrollando como Él, el fruto del Espíritu.
Como hijos de Dios, somos sus representantes, de tal manera que todo lo que hagamos en la vida debe reflejar al Padre y debe glorificarlo también. Al retomar el propósito inicial de Dios retomamos el poder que Dios nos dio para controlar los recursos de la Tierra y recuperar así el poder para gobernar nuestras circunstancias, en favor de nuestra existencia y para hacer el bien a los demás.
miércoles, 10 de agosto de 2016
¿COMO OBTENGO LA VERDADERA PROTECCIÓN EN ESTOS TIEMPOS TAN DIFICILES?
Y esto es sólo principio de dolores (Mateo 24:8)… entonces, ante el peligro inminente, ¿Qué haremos? ¿Cuál será nuestro refugio? ¿Dónde estaremos seguros?
La respuesta es clara para todo cristiano: Dios.
En Dios estamos seguros y confiados, pues Él cuida a los que le aman, y esta promesa la encontramos en diversos pasajes bíblicos, y resulta especialmente ilustrativo el pasaje que encontramos en el Salmo 91.
Dejando de lado las supersticiones religiosas que a algunos les impulsa a leer este salmo de manera repetitiva como una especie de mantra, o a dejar la Biblia abierta con este pasaje encima del velador, les invito a repasar este hermosa y poderosa palabra de Dios:
“El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente.”
(Salmo 91:1)
¿Quiénes son los que habitan al abrigo del Altísimo? Los que han recibido a Jesús como único Señor y Salvador de sus vidas, es decir, los que han sido hechos hijos de Dios (Juan 1:12). No todos los seres humanos están bajo su cobertura, y aunque Él tiene sus brazos abiertos para recibir a todos, así y todo muchos no quieren venir a Él para tener vida (Juan 5:40).
“Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío;
Mi Dios, en quien confiaré.”
(Salmo 91:2)
La declaración del salmista revela su fe en el Dios que ofrece un refugio seguro como un castillo. Es una convicción que sólo los escogidos de Dios poseen.
“El té librará del lazo del cazador,
De la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá,
Y debajo de sus alas estarás seguro;
Escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno,
Ni saeta que vuele de día, Ni pestilencia que ande en oscuridad,
Ni mortandad que en medio del día destruya.”
(Salmo 91:3-6)
Dios es capaz de resguardar a sus hijos de todos los temores que nos pueden afectar, incluyendo lazos o trampas de malhechores, pestes, guerras, pestilencias y mortandad, tal cual estamos presenciando por estos días. Su verdad actúa como escudo protector, y su palabra es verdad, y la verdad es Jesucristo (Juan 14:6).
“Caerán a tu lado mil,
Y diez mil a tu diestra;
Mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás
Y verás la recompensa de los impíos.”
(Salmo 91:7-8)
Podrán sucumbir muchos a nuestro alrededor, sin embargo, Dios guardará a los suyos, tal como Dios libró a su pueblo Israel en medio de las plagas de Egipto. Con nuestros ojos veremos el pago de los obradores de maldad.
“Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza,
Al Altísimo por tu habitación”
(Salmo 91:9)
¿Y por qué Dios habría de librarnos? La respuesta está en este versículo: Porque nuestra esperanza no está en los hombres, ni en el dinero, ni en nuestras capacidades personales; sino sólo en Dios. Además hemos permitido al Altísimo que haga morada en nuestro corazón, pues hemos recibido al Espíritu Santo, el cual mora en nosotros, y nuestro cuerpo es su habitación y su templo (1 Corintos 3:16).
Si alguno no pone toda su confianza en Dios, ni tampoco ha hecho de su cuerpo templo de su Espíritu, no puede recibir su protección.
“No te sobrevendrá mal,
Ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti,
Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán,
Para que tu pie no tropiece en piedra.”
(Salmo 91:10-12)
Como espíritus ministradores enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación (Hebreos 1:14), los ángeles se encargarán de resguardar nuestras vidas, alejando muchos peligros. Así y todo hay algunos “creyentes” con guardaespaldas humanos, pero ¿qué mejor que los ángeles defensores que acampan alrededor de los que temen a Dios? (Salmo 34:7) ¿Quieres un buen guardaespaldas? Teme a Dios y lo tendrás.
“Sobre el león y el áspid pisarás;
Hollarás al cachorro del león y al dragón.”
(Salmo 91:13)
Dios ha puesto toda potestad a los pies de su hijo Jesucristo, y por Él nosotros somos más que vencedores ante toda fuerza del diablo. Por Cristo, hemos recibido potestad por sobre toda fuerza del enemigo y nada nos dañará (Lucas 10:19)
“Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré;
Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé;
Con él estaré yo en la angustia;
Lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida,
Y le mostraré mi salvación.”
(Salmo 91:14-16)
Ahora es Dios el que toma la palabra y nos promete ponernos en alto, otorgarnos respuesta a nuestras peticiones (Juan 14:14), su compañía en momentos de aflicción y salvarnos de todo mal. Finalmente veremos la salvación de Dios, y todo esto por cuanto pusimos todo nuestro amor en Él (Deuteronomio 6:5), nuestra confianza y fe en Él, y le recibimos para que hiciese morada en nuestro cuerpo.
Para evitar que el virus u otro mal afecte tu vida y a los tuyos, toma todas las medidas recomendadas por las autoridades de tu ciudad, pero aparte de eso, lo más eficaz es que recibas a Cristo como tu único Señor y Salvador de tu vida, y Él te dará su protección, y aun perdiendo tu vida terrenal por cualquier circunstancia, estarás confiado, pues tendrás vida eterna.
¿En qué o en quién tienes tu confianza hoy? ¿Has recibido a Jesús para que sea tu Señor y Salvador? ¿Estás bajo la cobertura del Todopoderoso?
Recíbelo hoy, y pasarás a heredar las promesas que Dios tiene sólo para sus hijos, y pase lo que pase, estarás confiado y tranquilo.
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