LA SANTA BIBLIA

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jueves, 20 de julio de 2017

TODO TIENE SU TIEMPO

3 En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre: 2 Un momento para nacer, y un momento para morir. Un momento para plantar, y un momento para arrancar lo plantado. 3 Un momento para matar, y un momento para curar. Un momento para destruir, y un momento para construir. 4 Un momento para llorar, y un momento para reír. Un momento para estar de luto, y un momento para estar de fiesta. 5 Un momento para esparcir piedras, y un momento para recogerlas. Un momento para abrazarse, y un momento para separarse. 6 Un momento para intentar, y un momento para desistir. Un momento para guardar, y un momento para tirar. 7 Un momento para rasgar, y un momento para coser. Un momento para callar, y un momento para hablar. 8 Un momento para el amor, y un momento para el odio. Un momento para la guerra, y un momento para la paz. 9 ¿Qué provecho saca el hombre de tanto trabajar? 10 Me doy cuenta de la carga que Dios ha puesto sobre los hombres para humillarlos con ella.11 Él, en el momento preciso, todo lo hizo hermoso; puso además en la mente humana la idea de lo infinito, aun cuando el hombre no alcanza a comprender en toda su amplitud lo que Dios ha hecho y lo que hará. 12 Yo sé que lo mejor que puede hacer el hombre es divertirse y disfrutar de la vida, 13 pues si comemos y bebemos y contemplamos los beneficios de nuestro trabajo, es porque Dios nos lo ha concedido. 14 Y también sé que todo lo que Dios ha hecho permanecerá para siempre. No hay nada que añadirle ni nada que quitarle; Dios lo ha hecho así, para que ante él se guarde reverencia. Eclesiastés 3:1-14 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora (v. 1). Hace poco, mientras viajaba en avión, observé a una madre y sus hijos. Uno de los pequeños jugaba tranquilo, y ella miraba a los ojos a su recién nacido, le sonreía y le acariciaba la mejilla. Él la contemplaba extasiado. Disfruté del momento con cierta melancolía, al pensar en mis propios hijos a esa edad y en la etapa que ya había pasado. Sin embargo, reflexioné sobre las palabras del rey Salomón en el libro de Eclesiastés sobre «cada actividad bajo el cielo» (3:1 NTV). Mediante una serie de opuestos, él expresa que «todo tiene su tiempo» (v. 1): «tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado» (v. 2). Quizá el rey Salomón se desesperaba en esos versículos al ver lo que percibía como el ciclo insignificante de la vida. Pero también reconoció el rol de Dios en cada etapa: que nuestro trabajo es un «don de Dios» (v. 13) y que «todo lo que Dios hace será perpetuo» (v. 14). Podemos recordar épocas de nuestra vida con nostalgia, como cuando recordaba a mis hijos cuando eran bebés. Sin embargo, sabemos que el Señor promete estar con nosotros en cada etapa de nuestra vida (Isaías 41:10). Podemos contar con su presencia y descubrir que nuestro propósito está en caminar con Él. Señor, gracias porque me guías a través de cada etapa y siempre estás conmigo. Dios nos concede cada etapa de nuestra vida.

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